8.11.10

Invisibles


Lo que hemos perdido en el atropellado siglo XX ha sido la inocencia: se perdió a base de guerras y de progreso, la derrotó el plenipotenciario Estado del Bienestar y el stress de la civilización, que va aprisa y va ciega hacia el vacío. No sé si carecemos de valores y ésta es la sociedad del vacío: un vacío lleno de cosas, un vacío que hemos ocupado con fibra óptica, pero que no emociona. Vivimos mejor que antes, pero vivimos sin paladear lo vivido. Tuvimos la experiencia, pero perdimos el significado. Lo escribió T.S. Eliot. Era un vaticinio de estos tiempos de zozobra moral. Da igual que venga el Papa Santo de Roma y reclame la cristiandad de un continente. No se trata de que la religión esté siendo sustituída por el comercio: todo este volcado de significados tiene que ver con la inocencia. Una vez que se ha perdido o que se ha convertido en otra cosa la historia no puede discurrir igual. Revisé El hombre invisible este verano. Era pura y era inocente: era la trama del hombre enfrentado a la ciencia, convertido en un sacrificado por la ciencia. Hoy todos somos invisibles: hemos entregado la pureza (caso de que alguna quedara desde la cueva de Platón) en nombre de la realidad virtual; hemos abandonado cierto sentido del honor y de la integridad a cambio de estar conectados al mundo y que el mundo esté conectado a nosotros en una especie de panteísmo gilipollas que sólo formula un simulacro. Y en el fondo, mirando en detalle, todo es esplendor, todo es MTV, todo es una alegre zarabanda de archivos que vuelan en el limbo en mitad de la noche.

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4 comentarios:

Miguel Cobo dijo...

Emilio, al leer su texto ha saltado en mi mente como un resorte este poema que escribí hace unos años y que creo podría servir para comentar su lúcida reflexión:

QUE POR MAYO ERA POR MAYO
(Exordio para un Nuevo Romance del Prisionero)


Con su alma retráctil cual garra de pantera
acecha la soledad al hombre en su refugio urbano.
Las arañas hertzianas tienden redes de cables
y atrapan en su tela a spidermans incautos.
Haces de rayos gamma, cuchillos inalámbricos
diseccionan la vida que desborda las calles
y puebla las aceras de fantasmas visibles
vestidos por Armani u otro dios de la moda.
Los ojos virtuales con sus pupilas láser
atraviesan el tórax, las frágiles costillas
de una legión de zombies marcados por el odio
que deambulan sin rumbo sin tener una acera
donde caerse muertos: infinito cansancio
de afrontar un destino que precede a la nada.
Cae una lluvia intensa de imágenes cromáticas,
de fugaces neones y antenas parabólicas.
Sólo un albor de gallos y un ocaso de grillos
me libera este mayo de esta cárcel sin rejas.

***

Buenas noches y buena suerte

Emilio Calvo de Mora dijo...

No me digas de usted, Miguel. Un tú, mejor. El poema complementa mi texto. Se abrazan. Arañas hertzianas, banda ancha, polvo digital. En fin... Son otros tiempos, pero son también nuestros. Por cierto... Córdoba nos une.. no?

Un abrazo...

Miguel Cobo dijo...

Vivo en Córdoba desde 1976, aunque soy oriundo de Jaén (concretamente de Torreperogil, allá por los cerros de Úbeda). Pero no sólo Córdoba nos une, sino también el sector profesional, que leo en tu perfil: la educación. Soy maestro (recién jubilado, por cierto). Y, por lo que leo en nuestros blogs, no pocas coincidencias en los gustos estéticos. Vocación y devoción.
Con estos presupuestos, no queda otra que visitarnos con frecuencia, ¿no te parece?...
Hasta pronto, pues.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Nos une todo eso, Miguel, y por supuesto que vamos a seguir leyéndonos, por lo menos. Fui alumno en Córdoba, que no maestro. Alumno en Fray Albino, en mi Campo de la Verdad. Vecino de ese barrio. Y luego está la palabra, la bendita palabra, la poesía, el cine, la música, todas esas cosas buenas que sirven para que seamos más felices.

Leer, leer, leer

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