28.6.10

London calling: Springsteen en Hyde Park



A Springsteen se le da bien manejar estadios. A la legión de feligreses que los revientan se le da bien perdonar sus faltas porque el jefe les ha entregado un repertorio inmortal durante tres décadas. Esa colección de canciones basta para pasar por alta una afonía (en este caso, grave, en una gira en la que hubo otros conciertos de más calidad, a lo leído en foros y en prensa) o que falte algún clásico. Yo lamento que no incluya Thunder road, pero lo compensa metiendo el himno de los Clash, el que da título al álbum.
A su favor, descontando la cuota de fervor del público, relajando el punto de vista crítico y aceptando que hubo momentos mejores, está el sublime registro del concierto, merced a cámaras de alta definición, y la ya habitual generosidad en minutaje. 28 canciones y 163 minutos pueden aturdir. El doble DVD sale a la venta mañana y será una pieza más en la gruesa oferta de directos de Springsteen. A mí me sigue fascinando la versión del London calling. Para todo lo demás yo sigo buscando el triple Live 1975-85. Ahí quizá influya la querencia al material antiguo, la vigencia de aquella caja de cartón duro en donde reposaban los vinilos, que tuve y que luego recompré en CD cuando los discos compactos eran algo mágico todavía. Hoy, en estos tiempos de rapidshare y de megaupload, se ha perdido gran parte de la magia del desprecintado, la certeza de poseer algo físico, algo que tocar y no, tiempos duros éstos para los románticos, la fragilidad digital de un archivo codificado en un disco duro. Springsteen estaba afónico y yo, en este lunes descabalgado de rutinas, ocioso, estoy sentimental. Se lo perdonamos todo.

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