Hay teólogos que prefieren pasar por filósofos y así extender su campo de trabajo a otros dominios del vasto catálogo del oscuro pozo del alma humana y hay filósofos que entretienen su oficio haciéndose pasar por teólogos en la creencia o en la ilusión de que la búsqueda de Dios les va a procurar más honda relevancia en lo mundamente humano. Luego está el teólogo o el filósofo que abandona la cátedra y se entrega al periodismo militante. Nada más sencillo en estos tiempos que estamos que hocicar ese ansia de trascendentalidad (también pueden llamarle fama, que es vocablo de más popular recorrido) en la numerosa prensa nacional, que la hay laica y la hay beata, cómo no. O en la venturosa blogosfera, territorio cómplice que oferta en tiempo real, generosamente, la prédica que el autor considere oportuno para aumentar el número de visitas. Todos (empero) buscan recabar adeptos, ganarle terreno al paganismo o inventar, en este marasmo relativista, un territorio nuevo, al que acercarse y del que extender la palabra de Dios en la Tierra.
Hace unos meses la Santa Iglesia Madre pensó que el encuentro con el feligrés del futuro pasa por lo digital y decidieron abrir brecha en el Facebook. "Tu eres Pedro y sobre esta Piedra edificarè mi Iglesia ", podemos leer en la Biblia, pero las piedras de hoy van a golpe de bit y se almacenan en un disco duro. Obispos modernos, en fin, que se apuntan al Facebook para no perder ningún carro y que luego la Historia no les condene por no haber sabido aprovechar oportunidades. Obispos que hocican en la banca. Obispos que opinan sobre lo mundano cuando lo mundano es asunto de pecadores y ellos, salvo por lo de la banca y algún desliz más, no están en la nómina de los que, de entrada, están en este mundo para pecar. Definitivamente no son de este mundo, pero bien que lo parece.
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3 comentarios:
Cierto que la Iglesia Católica ha sido la mayor empresa de merchandaisin de la Historia de occidente. Aunque en ocasiones parezca que sus spots carezcan de modernidad y sentido del humor (cierto del todo), su férreo sentido del clasicismo moral y estético le han proporcionado una aparente eternidad como religión anticool (a la larga, una inversión publicitaria que sale bien).
Lo de Facebook son pura cáscara, el medio pero no el mensaje, que sigue tal cual: sin preservativo, sin tocamientos, sin mariconeo, sin placer en definitiva. Quién sabe, quizá algún día se venda eso de ser pulcro y célibe. Por los tiempos que corren, cualquier cambio de viento es posible. Yo mientras, que me quiten lo disfrutado, lo jodido y demás pecados proletarios.
Buen fin de semana, Emilio. ¿Y ese proyecto de verano?
Más razón que un santo, amigo Ramón.
Nada te voy a contar que no se entrevea en lo que escribo. Me dan miedo a veces. Me ponen alerta.
El verano está a las puertas. El viaje será largo, como decía Kavafis. Ya te contaré...
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