17.8.09

Pura sensiblería

Recuerdo haber oído de madrugada, atrincherado entre libros de Pedagogía, vasos de café y luz febril de flexo, New York City serenade, una canción de Springsteen del 73, cuando todavía no había registrado los himnos que hoy llenan estadios y su cara de boxeador novato no ocupaba la cartelería del star system. Recuerdo su piano catedralicio, ese crescendo que luego Howard Shore usó (sin empeño plagiatorio, imaginamos) en la banda sonora de la espléndida (lo es, años después) El silencio de los corderos. Hay canciones que no se pueden substraer del lugar en las que uno las escuchó por primera vez. Pasa lo mismo con ciertos libros: uno piensa inmediatamente en quién le habló de ellos o qué escaparate le hizo pararse y detener la mirada en la portada golosa, en el título, en la caricia de promesas insinuadas en sus páginas. La canción de Springsteen, la serenata a Nueva York, la escuché en casa de mi amigo Rafa Roldán, en San Cayetano, en la Córdoba que ya no paseo como antaño, ni que conozco como ciudadano antiguo de sus calles.
Se escapan así las cosas, se fuga la brizna de sentimiento puro con el que descubrimos la genialidad de una canción, el arrebato sublime de su melodía, que se hospeda quizá para siempre en el corazón. Y hoy al volver al disco de Springsteen caí en la existencia de aquellos años de Universidad y me sentí hospitalario con mis recuerdos y los dejé fluir hacia el territorio mítico de la nostalgia. Estaban Antonio, Rafa, María del Mar, Auxy y el piano catedralicio de la serenata a Nueva York inyectando sencilla melancolía a ese capítulo de la memoria. Salvo alguna deserción, tengo todavía a quienes me quisieron entonces y me alegra infinitamente (lo sé) que veinticinco años después, de alguna forma no despachable en palabras sin caer en la cursilería, me siguen apreciando todavía. Y uno es feliz en esos deslumbres, qué quieren que les cuente.
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4 comentarios:

caty luz dijo...

Te leo Emilio y vuelvo a virvir otra vez.Igual que para mi, La Regenta estará siempre unida a mi "querido baulito"segun la profesora de literatura (Carmen) aunque el baulito ahora se llame Afonso,mida 1/82 y tenga 22 años).
Un gran beso

Emilio Calvo de Mora dijo...

Ay Caty Luz, claro que me acuerdo del baulito. Perfectamente. Y tu voz y tu alegría en las clases. El beso grande es para ti. Muy grande de verdad.

Isabel Huete dijo...

Cada época o cada periodo importante en nuestra vida tiene un icono musical y/o literario y/o cinematográfico. Yo también, cuando mis iconos reviven, me retrotaigo a los tiempos que por lo general nos parecen casi felices. Una es productos del transcurrir de sus tiempos y de las compañías que tuvo, algunas de las cuales, como tú, sigo teniendo y disfrutando con ellas estos nuevos tiempos.

Besos, amigo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

La memoria es nuestro libro: mimamos sus páginas. Ahora también tenemos un libro y hay que mimarlo, aunque esté cerca y lo toquemos a diario. Besitos, amiga.

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