Hay obsesiones que las dicta la razón y otras que provienen más directamente de la parte que con más fiereza se enfrenta a ella. Entrado como estoy en kilos, fondón en escorzo, en plano cenital y mirado desde el dedo gordo del pie, quizá debiera pedirle asilo estético a este ejemplar único de hombre reconvertido que se exhibe en la playa, atrincherado en los réditos de su jefatura excedente, lejos del vértigo monclovita y de los tejemanejes viscerales de la calle Génova. Debiera, insisto, en practicar tablas de gimnasia que conviertan mi estómago, blando y orográficamente convulso, en una perfecta plancha de acero. A lo mejor con los años cedo al instinto puro y duro de la especie y me reinvento entre abdominales y otras desviaciones de la pereza atlética a la que ahora tan triunfalmente dedico mi ocio. En ese caso no dudo que pondré en mi moleskine mental la estampa heroica del amigo José María, que todavía tiene tiempo para conferenciar allende los mares, perfeccionar su dominio del inglés (si eso puede ser posible) y esperar agazapado a que las circunstancias dentro del partido exijan el regreso de su más cuidado icono a la vista de que los oficiantes que ahora litigan por conseguir la confianza del pueblo no cuajan y se pierden en trifulcas de patio de vecindonas, en conspiraciones de novela de Le Carré, en todo ese barbecho político que espera al sembrador genial que lo haga florecer y estallar de luz a imagen y semejanza de quienes antaño lo elevaron al esplendor máximo. Y ahí estamos, agazapados, despachando a pie de playa los asuntos propios de la casta, ejerciendo de faro de la moralidad en Occidente. Yo, a distancia, observo, mido mis fuerzas, recapacito, conservo la templanza y confirmo mi absoluta fe en mis limitaciones. Es que me hicieron de otra pasta y no me educaron para otra cosa que la muy tímida y corta que soy.
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3 comentarios:
Hace poco leí a Oti Rodríguez Marchante bautizar al nuevo Ansar como "Capitán España", en una penoso juego de palabras que le enlaza con El Capitán América. El Capitán España, mazas y atlético, es una jubilado privilegiado que trata de mandar por webs en un partído alicaído que él ayudó a fracturar. Tal vez debería dedicarse al culturismo. ¿Quién sabe?
Aparte de otras cosas peores, siempre me pareció un hortera y me lo sigue pareciendo.
Besazos.
He cerrado los ojos para no volver a ver la foto y te aseguro que se me ha quedado grabada en el cerebro. Qué desastre. No voy a poder vivir tranquila con la imagen del Superjefe ahí en mi memoria, será cosa de formatearme, jejejejeje. Adiós, sr. Escribidor. Que le vayan bien las vacancesssssss..... Ana
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