Hay limbos perfectos. El cine es uno. Refugios a cargo de la credulidad de quien los visita. A mayor fe en la naturaleza lúdica del engaño, mayor júbilo, más entusiasmo en la farsa. Algunas de las más fabulosas farsas de la Historia del Cine carecerían por completo de interés o de utilidad si no mimasen los resortes que activan el asombro, esa convicción íntima de estar absolutamente abiertos a las novedades, de considerarnos inocentes y también puros frente el hecho estético. Encantamiento. Robado el encantamiento, separado el hechizo de todo lo demás, el cine es una sencilla, previsible y prescindible industria que se ocupa de contarnos historias sin que exista atisbo de ardor en su factura, sin que el arte (sea eso lo que quiera que sea) asome por ningún resquicio. Le encomendamos al cine que nos entretenga, pero también exigimos belleza, inteligencia, fascinación.
Valkiria, en parte, considerada con muy benévolos ojos, condesciende a ser uno de esos refugios a los que uno, cargado de credulidad, accede para adquirir conocimiento, conmoverse, apreciar la belleza que otros han fabricado o alimentar mitomanías, que ése es otro asunto que merece consideración aparte. Valkiria (insisto) es una buena película a la que no podemos rebajar méritos.
Amena, sacrifica el suspense (el asombro) por la corrección, el vasto dominio de la intriga por el cartesiano territorio de la formalidad. Valkiria es formal en exceso, consistente sin ser rocosa, limpia de trazos superfluos y, ante todo, honesta por no sucumbir a esa moderna afición a desdramatizar las tramas a beneficio del espectáculo circense. Bryan Singer desprecia el thriller clásico por la sencillísima razón de que su historia carece por completo de intriga: Hitler no va a morir en el atentado que forjan los disidentes; Hitler sobrevive y la crónica histórica nos confirma el triste final de quienes conspiraron, pero que el amable lector no se llame a engaño: Valkiria funciona con el desparpajo de las mejores entregas de suspense y consigue con muy elegantes métodos activar esos resortes a los que confiábamos la total rendición de nuestro yo espectador.
Los hechos narrados no se magnifican: Singer prescinde del adorno y no cae en los vicios presumiblemente adquiridos en su época X-men. Muy al contrario, conduce con maestría el proceso de ensamblado de todas las piezas que terminan por darle a Cruise una maleta con una bomba y depositarla (épicamente) a los pies del Führer y cómo, una vez fallado el complot, el intento de magnicidio, la política juega sus bazas y los actores de la conspiración fatigan la debilísima línea que separa la victoria del fracaso. En ese tramo de la película, cuando ya hemos descubierto en imágenes lo que conocíamos por los libros, pongamos por caso, es cuando la película (en mi opinión) discurre con más agilidad y deja una impresión menos deleble.
Tom Cruise como el teniente Von Stauffenberg cumple sin más: da lo que exige el papel, sin que nada particularmente brillante ni nada escandalosamente repudiable pueda permitirnos ensalzarlo ni recriminarlo. A los mandos de la pasta, Cruise ejerce de hábil demiurgo y se da el gustazo (a lo leído en prensa) de llevar a la pantalla una historia fascinante, fácilmente desmontable por partir de que conocemos el final antes siquiera de saber cómo arranca.
Tal vez Valkiria no sea el limbo perfecto: es un limbo más, uno del tamaño de nuestra capacidad de aceptar las limitadas (en apariencia) posibilidades cinematográficas de una historia tan visible, tan reconocible.
6 comentarios:
Un poeta, un poeta, eres un poeta...
He visto Valkiria.
Y no he pestañeado.
Y toda su corrección cartesiana no me han hecho perder un ápice de pasión .
Porque la historia es apasionante y el director sobresaliente.
La poesía es siempre otra cosa, Tomás. Siempre.
Carmen, está bien eso de No Pestañear. Hermoso. El cine debe ser eso: entrar y quedarse extasiado, no percibir que el tiempo pasa. Un amigo mío decía que las películas le gustaban largas: más de 200 minutos era el ideal. Exageraba. Yo también considero que la historia apasiona. Y podía haber sido un desastre en otras manos.Como tantas.
Espectacular, Emilio, no tengo más palabras. Estuve agarrado a la butaca. Si es verdad que más al principio que al final, pero es cierto deltodo lo que dices, que no hay tensión porque ya sabemos que pasa y entonces se pierde lo fundamental del género: la intriga. No obstante, buen cine. Muy buen cine. Tom Cruise no me acaba de entrar del todo, pero va haciendo sus cositas, ¿no? Vamos a darle una oportunidad al "chiquillo", eh !!! Jeje.
Estamos todos de acuerdo en lo que no podemos disentir: que no hay suspense, entendiéndolo como duda, como una ecuación a despejar. Aquí no hay, Ana, nada que no sepamos, y ahí se pierde algo del muchísimo interés del film. En todo lo demás, incluso con ese detalle, notable, muy buena...
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