13.2.09

La semilla del mal: Escarmiento de avisados



El desahogo: Hay películas que ya vienen deglutidas de fábrica; películas que descartan el esfuerzo del espectador y se entregan en perfecto estado de consumo; películas de trayecto intelectual muy corto o sin trayecto alguno; películas epidérmicas que suministran una superficie transitable, plana en su orografía sentimental; películas que no cuestionan la verdad de las cosas sino que se arriman a la evidencia más simple de su aspecto; películas sin aristas ni recovecos; películas de una elementalidad sobrenatural que en ningún fotograma exhiben soluciones alternativas a la más sencilla, que suele coincidir con la primera que se le ocurre al director, si es que podemos darle ese nombre tan pomposo e historiado; películas que no invaden la intimidad ética del espectador y no se plantean manifestar incógnitas, dudas, obstáculos de la psique cognitiva o emotiva o racional; películas unicelulares, rácanas en imaginación, plúmbeas; películas que no cumplen ningún requisito de belleza porque jamás se plantearon buscarla: si llega, aquí estamos y si no acude ya vendrá: no tenemos prisa y el espectador no nos lo va a echar en cara; películas que sonrojan, abochornan, impiden que el norman riego sanguíneo irrigue con la bondad previsible los receptores nerviosos que activan el puro sentimiento del disfrute; películas pueriles, cerriles, cazurras; películas que miman al estulto y depositan en su cerebro cantidades soportables de bazofia: se ha dado el curioso caso del espectador excesivamente enganchado que ha sufrido un colapso sensitivo y ha creído, una vez salido del cine y respirado las toxinas de la realidad, que la vida es una extensión de todas esas lamentables películas que ha visto durante su adocenada y rampante existencia: son sujetos que inspiran lástima a poco que prestemos atención a cómo se comportan; películas - no crean que he perdido el hilo motor de este desatino catártico - que inevitablemente afectan al alma, caso de que el usuario posea una: la dejan inservible para tareas más nobles y de mayor calado intelectual; películas que apestan a miedo porque el miedo, en materia creativa, se deja querer por los pusilánimes de talento pero arrojados sin pudor al negocio de colarnos su triste mercancía; películas a las que se debería vetar el oxígeno de las taquillas, aunque al hacer cuentas del negocio resultan ser casi siempre las que salvan la quiebra y dan unos duros para que no cierren cines y se sigan vendiendo sueños.
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El amable lector de esta espesa crónica de mis cuitas podrá condimentarla con su propio despliegue de descalificativos y tendrá (seguro) candidatas para elaborar una lista exhibible, prueba de que todo la bilis vomitada no es capricho sino espontánea reacción del cuerpo, que también emite juicios y tolera unas cosas y aborrece otras. Y si el engendro recién dinamitado le ha entretenido, no se aflija ni arremeta contra mí furibundamente. Todos tenemos días. A mí hoy me ha liberado este rendición. Tengo que procurar, en lo posible, confiar más en mis instintos. Me avisó. Dijo: Emilio, ¿qué se te ha perdido ahí dentro?

4 comentarios:

Isabel Huete dijo...

¡Jopé, debe ser malísima! Me encanta toda esa retahila de epítetos que lanzas. Sin duda serán mandobles que la obra, o mejor la chapuza, merece. Y todas las que son como ella.
Besos grandes.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Lo es, Isabel. En un grado superlativo, que es lo que estoy ahora dando en clase con mis alumnos. Superlativamente mala. En extremo. Esplendorasamente horrible. No hay palabras. O las hay. A empujones las palabras. A borbotones el horror visto. ¿Por qué no me salí? No lo sé. Somos difíciles y curiosos los seres humanos. Jeje. Besos grandes para ti también, amiga.

Anónimo dijo...

Aparte de cómo escribes, habría que pensar si tiene algún sentido poner a reventar una película como esta que solo quiere hacer pasar un rato entretenido a quien paga una entrada en el cine por ella. Evidentemente tiene que haber gente para todo y tu critica, que yo no comparto, es necesaria. Tenemos que pensar asi. De todas maneras, escribes muy bien. Ya lo han escrito otros por aqui pero yo me quiero también unir a ellos. Volveremos a leer criticas de cine, aunque como en esta yo no esté de acuerdo. No lo estoy. No me da reparo decir que a mi me entretuvo. Pero doctores tiene la Iglesia, no ?

Emilio Calvo de Mora dijo...

Tiene sentido si eso hace feliz al que escribe y yo cada día necesito más esa felicidad. No creo que nadie que le guste un film vaya a enfandarse o dejar de gustarle porque yo lo pongo (es el caso) a parir. Es más, apetece mucho poner a parir a veces como en otras es una maravilla ensalzar un film, ponerle en el olimpo de las excelencias. Gracias por el comentario.

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