Me pregunto qué hará Dios
en lo más oscuro de la noche.
Si abrazar la tiniebla es un oficio.
Si el cielo, cuando irrumpe la luz,
está limpio y en esa blancura sin tiempo
se esmera Dios en la voz
y habla con más afecto a sus hijos.
Pienso en si tendrán sangre sus manos
o si la visión de la realidad no lo abruma
y ni percibe el color ni el olor de la sangre
ni advierte sus manos.
Si Dios es un muerto en la noche
que recita la arenga
negra de su soledad sin motivo.
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