22.12.19

La incertidumbre




Antes no dejaba nunca a película a medio ver o un libro a medio leer. Ni siquiera esperaba a que se cumpliera ese plazo, el de la mitad, sino que me retiraba a poco que encontrase alguna aspereza, una serie de pasajes atropellados o resueltos convencionalmente, escritos o filmados sin esmero. Creo recordar que sentía una especie de obligación que me impelía a finalizar el visionado o la lectura, no caía en juicios hasta que llegaba a la última página o al último fotograma. No sé cuándo renuncié a ese escrutinio generoso y me convertí en un catón íntimo, capaz de cerrar en el tercer capítulo a los pocos minutos de proyección. No me pasa cuando se trata de releer o de rever (no suena bien, pero será correcto); tal vez hay una convicción de la que me valgo para avanzar sin cansancio, en la creencia de que todo lo que disfruté la primera vez va a ser restituido enteramente o, en ocasiones, amplificado, convertido en una experiencia nueva, de la que saldré reforzado, feliz. Se hacen estas cosas (leer, ver cine, escuchar música también) para agenciarnos una brizna de felicidad que, caso de no aplicarnos esas experiencias, no fructificaría. Me encanta sentarme a ver Lawrence de Arabia por tercera vez o emboscarme en las peripecias sensuales del pobre Humbert Humbert a la caza de su idealizada Lolita. El placer consiste en encontrar vino nuevo en los odres viejos. Se embriaga uno con un placer absoluto. Sabe ya a qué sabe, conoce el sublime paso del licor por la garganta y la dulzura de toda la ebriedad que viene detrás. Esta noche he pensado en ver de nuevo Apocalypse now. No hay una razón, no he leído nada sobre ella, ni tampoco nadie me le ha referido y espoleado mi voluntad de tragármela otra vez. Tal vez han sido The Doors. Esta mañana, camino de la residencia en la que está mi padre, he escuchado a Jim Morrison y de pronto he visto una barcaza recorriendo el Mekong y ha sonado The end en mi cabeza, aunque fuera otra la canción la que tenía acoplada a mis oídos. Estaría bien que a última hora, poco antes de buscar el DVD, encontrara otro que me engolosinase más. Esa incertidumbre es maravillosa.

No hay comentarios:

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...