11.8.18

El arte de no aburrirse

"El que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento"
Erasmo de Rotterdam

No creo haberme aburrido hace años o, puestos a ser más estrictos, no me he aburrido nunca. Siempre he tenido a mano con qué entretenerme o divertirme. No se tienen conciencia de esas cosas, se producen sin que uno pueda meter mano, gobernarlas, hacer que funcionen mejor o, llegado el caso, cancelarlas. Como la fe, como el amor, el arte de vivir, en palabras de Erasmo de Rotterdam o en las del vecino del primero, no tiene instrucciones fiables, con las que se cuentan a diario. Se cree o se ama o se vive sin que podamos decir que creer, amar o vivir es voluntad nuestra, una especie de plan previsto que cumplimos a rajatabla, como quien va al gimnasio, sigue una tabla y consigue, meses o años después, el cuerpo que anhela. Hoy leí en un azucarillo, al que no pude hacer foto, una lástima, la frase. La memoricé con idea de pensar en ella o de escribir sobre ella. En mí se produce a la par el hecho de pensar las cosas y de escribirlas, no sé si es algo bueno o no, pero lo he apreciado en muchas ocasiones. Es más, cuando no escribo las cosas, no las pienso con la misma claridad, hace falta que las registre para que pueda tener dominio sobre ellas. En todo caso, el arte de vivir qué es, no sabemos nada, no podemos saber. Lo de aburrirse o no es una pieza secundaria, aunque no enteramente desdeñable. Cuando me he aburrido (admitamos que un principio de aburrimiento siempre puede cernirse a la manera de una nube con lluvia sobre un campo por el que paseas) he puesto en danza los recursos necesarios para que ese aburrimiento adelgace y acabe perdiéndose. Creo que lo he conseguido la inmensa mayoría de las veces. Puede que exagere, pero entra en lo normal que uno no tenga propiedad completa de lo que recuerde y, a veces, ni de lo que dice. Incluso el hecho de aburrirse, considerado con calma, sin dramatismos, no es malo en sí mismo. Puede que sea útil en algo o provoque algo que, sin su concurso, nunca hubiese sucedido. Al final, llevará razón el humanista y todo es cosa de que uno se conozca a sí mismo. Quizá no sea bueno conocerse del todo, saber de antemano por dónde iremos, qué haremos...Es posible que eso, a la larga, aburra, aburra mucho. ¿Se conocen ustedes? ¿Se han aburrido ustedes alguna vez?

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