26.6.18

Un cuento largo y azaroso


Escena del rodaje de Metrópolis, Fritz Lang, 1927


En el cine o en el teatro pasan cosas que no podrían suceder fuera de ellos. Hay imágenes que son cinematográficas o teatrales por sí mismas, no precisan la circunstancia de que se esté grabando una película o representando una obra de teatro. Las ves y piensas en un fotograma o una escena de un acto teatral. La ficción coloniza la realidad o lo que está haciendo es invadir tu cabeza y confundiéndola. Yo tengo días en que concibo las calles como si acabasen de rodar o estuviesen a punto de hacerlo. Hasta las personas que pasean alrededor mía, las que van de un lado a otro con su afán particular, sin molestar a nadie, me parecen personajes secundarios, extras que han contratado y que están ejecutando un papel que han aprendido. Tú eres el intruso, has violentado la trama y paseas por donde no debías. Nadie te lo hace ver, pero todo el mundo está pensando en si meterás la pata y harás algo imprudente o cumplirás, sin saberlo, el papel que se les encomendó a otros y hasta aprendieron, quién sabe. Eres parte de un argumento que no conoces, alguien ha escrito líneas para que las desempeñes en la trama. No es descabellado que tú también seas quien escribe las líneas de otro. Al final todo es un cuento largo y azaroso.

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