15.1.14
Unas cosas se olvidan más que otras
Berg escribió Lulú sin pensar en Mahler, pero a mí me recuerda a su séptima. No recuerdo cuándo escuché Lulú. Tampoco cuando la séptima. Uno va olvidando las cosas. Quizá porque no son relevantes. Hay quien administra con mimo los datos. Cuándo hizo esto, cuándo lo otro. Si en el año mil novecientos ochenta y siete tuvo su primera revelación mística o en el ochenta y nueve encontró en otro cuerpo el verdadero sentido del cosmos. Soy de los que piensan que el cosmos está en los lugares más insospechados. No está ahí afuera ni está en los libros de los que entienden. Está adentro, en el corazón, en el alma, en todos esos lugares a los que los poetas les dedican su empeño. Ya no sé si soy un poeta. Si lo he sido a tiempo parcial, mientras desgranaba unos versos, o se es poeta a tiempo completo y todo agita el lado sensible. El mío no lo es en más medida que el lado sensible de quien jamás ha sentido la llamada de la poesía. Uno trata de ordenar todo esto y desbarra. Será desbarrar el estado natural del que escribe. Uno escribe y el lector, el eventual o el cómplice, encuentra los significados. Ahora mientras que el lector lee este texto, sube la mirada y me encuentra arriba del texto, cuando debería estar debajo o dentro. El poeta tiene su periferia y el lector, la suya. Me hago estas consideraciones sin que las suscite propósito alguno. No deseo saber. Me conformo con no dejar de hablar. Ahora no me gusta Lulú. De Mahler guardo querencia por ciertos pasajes, pero yo casi no tengo que ver con quién los escuchó entonces. Ya digo que voy olvidando las cosas. Unas más que otras.
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Amy
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4 comentarios:
Es difícil ser algo a tiempo completo porque el tiempo nos va quitando las ganas de ser quienes somos constantemente. Pero, desde esta periferia de lector, te percibo poeta la mayor parte de las veces, poeta de la forma en que son poetas quienes no escriben para buscar respuestas sino, únicamente, para plantearse con belleza todas esas preguntas que nos van surgiendo entre líneas. Abrazos
No saber nunca nada del todo, y dejar un hueco para olvidar algunas cosas también, pero sobre todo no dejar caer en el olvido ése al que me refiero el asombro. Asombrado se vive mejor. Abrazos, José Luis...
Bravo
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