8.12.11

Londres llamando al inframundo...


Hay pocas canciones que tengan un comienzo tan soberbio como el London calling de los Clash. Casi ninguna que extraiga en acordes tan sencillos una sensación de plenitud tan sublime. Casi ninguna que se haya desvirtuado tanto. El mercado, ah el mercado, ha patrocinado hasta quienes lo combatieron. Ahora escucha uno la inmortal pieza de Joe Strummer y Mick Jones y no piensa en el caos ni en la idea de que Londres se inunda y las hordas del inframundo salen de sus agujeros para amotinarse en las calles. Nada de ese espíritu subversivo y apocalíptico prende en las nuevas escuchas. Los que no conocieron la canción en 1.979 la escuchan ahora con un decodificador diferente. La canción es la misma, pero los tiempos (como decía Loquillo, que sin duda la gastó de tanto oírla) han cambiado. La sorpresa, ah las sorpresas, viene cuando declaran que los Juegos Olímpicos de Londres de 2.012 llevan este himno post punk como enseña sonora. El London Calling de los locutores que avisaban de los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial será en breve una llamada para el consumo, un reclamo capitalista, un anzuelo para que piquen los abuelos y los nietos, los que viven de la nostalgia y los que de pronto han encontrado un cofre lleno de emociones, de buen rock, de nervio puro. No sé si el inglés de cepa, el que vivió el ultraconservadurismo de la Thatcher, el que aulló a pie de escenario con los suicidas conciertos de la banda, aceptará este nuevo signo de los tiempos. Imagino que sentirán una punzada de melancolía y otra de irritación. Yo mismo, que nunca vi un directo de los Clash ni viví en Londres en esa época convulsa de principios de los ochenta, he sentido la punzada cuando he leído la noticia. Nada grave. Como dice Guardiola, de lo que hay que preocuparse es de la estabilidad del euro. Igual este matrimonio entre la disidencia y la ortodoxia ayude a que Europa salga del marasmo económico en el que vive. El lado moral de todos estos asuntos mercantiles queda para el consumo privado. Suele pasar que las grandes preguntas se responden en la intimidad. A veces ni ese refugio doméstico las contesta. De todas formas, vuelven los Clash, vuelven con el himno de batalla, con una de las mejores canciones de la historia del rock y la vamos a escuchar en el McDonald's. Será un apocalipsis light con extra de queso.



4 comentarios:

Isabel Huete dijo...

Ahora que dicen que vamos a vivir el cuento de la lechera en Europa y acabaremos todos con el cántaro roto a nuestros pies, podrían poner como himno europeo esta magnífica canción, no tanto para soliviantar de una vez los ánimos de la gente, que algo se solivianta pero menos, sino para decirnos en la cara que somos carne de cañón de los disparos monetarios. En fin, Emilio, que me ha encantado volver a escuchar esta versión, la auténtica, que casi tenía olvidada. Un regalo que agradezco.

El Diletante dijo...

Compañero Emilio: aunque piense que tu escritura automática no es propiamente arte, también tengo que decir a tu favor que tu "verborrea" me recuerda un tanto a la Rayuela de Cortázar (aunque para muchos esto no sea un halago)

Emilio Calvo de Mora dijo...

Larga vida al rock and roll, Isabel. No lo derrotarán aunque lo compren.


Mi verborrea automática no es arte. Arte es La Maga por París, v.g...sí, José Carlos, La Maga y tres magas más

Rafa dijo...

Larga vida a los Clash, aunque los patrocine Mcdonald's, qué le vamos a hacer, Emilio. Qué buenos, qué buenos que eran. Hoy llevo un día clash gracias a este post que leí a primera hora de la mañana. Ahora entro, hago un comentario y te doy las gracias por avivar los "buenoS" recuerdos...

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...