1.11.11

Solanum tuberosum


Perdonad que empiece a degüello: no sé qué coño es la espuma de patata. Entra en lo posible que no me desagrade, caso improbable de que el azar me la sirva en un plato, si es que la espuma se sirve en platos, que tampoco lo sé, pero hay un obstáculo semántico en el asunto. La patata, al espumarse, se desangela. Igual el espumado es la condición más aristocrática del rey de los tubérculos y he aquí a este ignorante tragoncete, al Emilio de buen yantar, demostrando su falta de cintura culinaria. La alta cocina, vuelvo con cuchillo en la boca, con pañuelo a lo Rambo en la frente, me aturde considerablemente. Prefiero la austera frugalidad de la patata sin el atrezzo estrambótico de la espuma y de la deconstrucción. A mí me deconstruyen una patata y entro en un estado de catarsis contemplativa, en un marasmo metafísico que pone en duda la mecánica celeste y las leyes de Newton. Soy de placeres sencillos porque mi habilidad en lo complejo es casi nula. Admito que aprecio lo barroco, la pompa que se enseñorea y se lame en impúdico y hermoso onanismo, pero la patata me la dejan quieta. Al menos dejen en paz a la patata, señores de la alta cocina. No vaya  a ser que ese noble producto de la tierra pierda su sencilla ofrenda telúrica y se convierta en un objeto encriptado, en un efímero trending topic de la cuisine digital.
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4 comentarios:

Luis Ferrer dijo...

No he estado en Arzak ni en el Bulli ni jamás me gasté más de lo que podía permitirme, pero estoy de acuerdo contigo en que lo que empaparrucha el idilio con la comida es el lenguaje que usan para venderla, y el precio, que es prohibitivo. No sé que creen que venden, en los restaurantes de alto copete. Mi dieta es más obrera. Me como un bocadillo y una lata de cerveza y listo. Si me invitan, como dices en el resto del post, en Barra Libre, pues mejor.

He ido a Barra libre, pero contesto aquí, si no te importa.

Joselu dijo...

Una de las situaciones más hilarantes en los debates sobre la alta cocina reconstruida fue la intervención del cocinero catalán Santi Santamaría (muerto recientemente en Singapur, creo). Atacó inmisericorde la calidad y bondad de la cocina de Ferran Adrià y otros deconstructores. La reacción del stablishment culinario fue feroz, pero durante unos días he de reconocer que Santi Santamaría fue mi héroe. Y a su restaurante me hubiera gustado ir, aunque sólo fuera para solidarizarme con él.

José Luis Martínez Clares dijo...

La espuma de la patata... no hace mucho me dieron a probar una ensaladilla cuya mayonesa era espuma. Debajo, malvivían el resto de ingredientes, huérfanos en su desnudez. En cocina, como en el resto de artes, las vanguardias deben estar perfectamente argumentadas. No olvidemos que la excentricidad tiene también sus cánones. Saludos cordiales

Rafi Ortega dijo...

Bárbaro. Fantástico.

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