Llevo casi un año sin ver cine con la asiduidad con la que solía. Eso malogra el sentido bautismal de este blog, volcado al limbo con la intención de rendir cuenta de las películas que iba viendo, contándolas a mi manera, escribiendo sobre el séptimo arte. No sé al término de cinco años de escritura blogosférica importa que me vaya apartando del cine y me arrime a otra cosa, que no sé bien qué es, pero a la que me siento unido y en donde, en cierto modo, me siento también libre. Hay en esto de escribir casi a diario un placer que tiene poco que ver con otros que buscada o accidentalmente me puedan acompañar. Está el júbilo absoluto de acudir a este atril y contar o contarme lo que se me vaya ocurriendo, pero está sobre todo no perder el hábito de la escritura. Llevar más de cinco años escribiendo a diario no hace que uno escriba mejor. Solo escribo más. E incluso esa certeza inconmovible me es grata. Como si algo bueno que no se advierte a primera vista fuese saliendo conforme el blog va creciendo.
Recuerda uno el aforismo de Rilke. Eso de que que se va haciendo rico a lo que me entrego y a mí me deja pobre. Como el que acomete la incómoda empresa de llenar de aire una colchoneta en la playa sin la maquinaria doméstica precisa. Vacío: un vacío a menudo pulcro y bien compartimentado, una trama deslavazada de asuntos sin el orden y sin la mesura exigibles. Un blog hueco y en su mitad hendido. Hacia ese dudoso final acude este blog caprichoso. Nada distinto a lo que se ve en otros en donde me presento como lector a menudo, pero ésos no se quejan como me quejo yo y ésos no son ni por asomo tan prolijos y cansinos como el mío. En lo que difícilmente podrá reprochárseme nada es en la adquisición de una disciplina. Lástima que no la aproveche. Y tengo, en fin, que ver más cine. Esta noche me he reservado Melancolía, ese extremoso y teatral arrebato apolíptico del Lars Von Trier. La reseño mañana. Supongo. En el reino del caos, no hay discurso previsible. Se dan conjeturas, se expresan deseos.
Recuerda uno el aforismo de Rilke. Eso de que que se va haciendo rico a lo que me entrego y a mí me deja pobre. Como el que acomete la incómoda empresa de llenar de aire una colchoneta en la playa sin la maquinaria doméstica precisa. Vacío: un vacío a menudo pulcro y bien compartimentado, una trama deslavazada de asuntos sin el orden y sin la mesura exigibles. Un blog hueco y en su mitad hendido. Hacia ese dudoso final acude este blog caprichoso. Nada distinto a lo que se ve en otros en donde me presento como lector a menudo, pero ésos no se quejan como me quejo yo y ésos no son ni por asomo tan prolijos y cansinos como el mío. En lo que difícilmente podrá reprochárseme nada es en la adquisición de una disciplina. Lástima que no la aproveche. Y tengo, en fin, que ver más cine. Esta noche me he reservado Melancolía, ese extremoso y teatral arrebato apolíptico del Lars Von Trier. La reseño mañana. Supongo. En el reino del caos, no hay discurso previsible. Se dan conjeturas, se expresan deseos.
4 comentarios:
Todo son modas, costumbres, hábitos o incluso manías. Dejamos de hacer lo de siempre, a veces poco a poco y otras repentinamente; y sin una razón aparente. Ahora dejo de ver cine, pero me vuelco en internet; luego abandono la fotografía, pero me pongo a pintar; a continuación olvido leer, pero empiezo a hacer deporte. Incluso me cambio del jazz a la clásica o de la novela histórica a la poesía, de la foto al vídeo o del cine negro al de aventuras.
Es el devenir de nuestra mente cambiante, sin el que caeríamos en la rutina y en hacer de nuestras aficiones una obligación, más propia del trabajo diario que de el azar inherente a una letra, un fotograma o una nota.
Sabio consejo de mi tocayo Rafa.
Hacer lo que uno desee y hacerlo con entusiasmo, y dar igual que sea jazz o cine negro o fútbol con los chavales los sábados como hago yo, que me encanta. Escribir no es lo mío. Leer, gracias a blogs como este, es lo mío, y gracias. Más, por favor.
Rafa
Vi Melancolía y me quedé con deseos de verla por segunda vez. Hay algo que funciona y hay algo que no funciona en esta película. Lars Von Trier es capaz de aburrirme soberanamente como en Dogville o de entusiasmarme en Rompiendo las olas o El anticristo.
En cuanto a la práctica del escribir que yo también comparto desde hace seis años en el blog, pienso que es un júbilo sin duda, pero también me ha ayudado a escribir pensando en un destinatario al que hay que hacer accesible lo que quiero decir. Un blog, a diferencia de la escritura para uno mismo que solía frecuentar, está en la idea de que aquí sí hay alguien que recibe lo que uno escribe. Es fascinante. Cada día estoy más enamorado de este medio. Llevo seis años pero me siento acabado de nacer. Como tú. En eso nos parecemos.
Espero tu comentario de Melancolía. Esta tarde iré a ver la película de Polanski, Un dios salvaje. Buena tarde de cine.
Escribo a diario sin tener un blog. Entiendo la responsabilidad, al menos personal, de escribir para ser leído, como dice Joselu. Quizá ahí resida la causa por la que no me lanzo a escribir en un blog, por no enseñar indiscriminadamente, digamos, lo que escribo. Escribo poesía, basicamente. Un tipo de poesía que a mí me parece balsámica. No puedo pasar sin escribir poesía y no puedo concebir la vida sin leer poesía. Enhorabuena, por eso, por tu blog alternativo, que ya no veo en el lateral del Espejo de los sueños, pero sí que sigue en la red, en su sitio de referencia, al menos para mí. Sigan escribiendo lo que escriban. Los que leemos y escribimos en privado, sin enseñarlo, lo disfrutaremos mucho.
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