I /La suspensión de la (in)credulidad
Hoy he conocido la apuesta de Pascal. Viene a decir más o menos que es preferible creer en un Dios que no existe a no creer en un Dios que sí existe. A estas alturas de la trama metafísica que uno va deshilvanando día a día lo de Pascal suena a divertimento semántico, a chanza paralingüística. Como si la filosofía misma capitulara ante la propia inercia de sus pesquisas y se desentendiera de manejar la inteligencia. O todo viene a ser eso: la supresión de la inteligencia como instrumento para entender el mundo. Se entiende mejor a través de la poesía, de las infinitas posibilidades creativas de la lengua, de los preceptos discursivos de Moga del posta anterior. Desde ese escenario se entiende la reflexión de Pascal. Veo a Dios y lo conozco si no pienso en él. En el momento en que lo pienso deja de existir y no hay manifestación suya aprehensible por nuestros sentidos. Algo así pergeñó otro enredador de metafísicas como era Borges. La filosofía deja de ser un modo de comprender la realidad cuando se embosca en juegos verbales. Pero quizá sean precisamente esos juegos del intelecto verbal los que justifican la filosofía. Que todo viene a ser un mecanismo de evasión. El lector de filosofía hace lo que el lector de ficciones: procede a suspender la credulidad. Vuelvo a Borges: sostenía que la metafísica era una disciplina de la literatura fantástica. La poesía es una rama de la ciencia cuántica.
II/ Ego plus ultra
Soy la versión mejorada y adulta de mí mismo. Un ser dotado de un número razonable de certezas. Soy la suma de todas las incertidumbres que esas certezas no son capaces de responder. Soy el responsable de todo lo que nunca soy. Y soy un teólogo de mí mismo también. Uno interesado en la naturaleza semántica de todo lo que existe. En ese sentido soy un filósofo de la única causa que conozco: el tiempo interactuando en mí, el tiempo a mi servicio, todo el tiempo del mundo pensado aquí adentro, en mi corazón soberano. Soy la versión dispersa y contradictoria de alguien.
Hoy he conocido la apuesta de Pascal. Viene a decir más o menos que es preferible creer en un Dios que no existe a no creer en un Dios que sí existe. A estas alturas de la trama metafísica que uno va deshilvanando día a día lo de Pascal suena a divertimento semántico, a chanza paralingüística. Como si la filosofía misma capitulara ante la propia inercia de sus pesquisas y se desentendiera de manejar la inteligencia. O todo viene a ser eso: la supresión de la inteligencia como instrumento para entender el mundo. Se entiende mejor a través de la poesía, de las infinitas posibilidades creativas de la lengua, de los preceptos discursivos de Moga del posta anterior. Desde ese escenario se entiende la reflexión de Pascal. Veo a Dios y lo conozco si no pienso en él. En el momento en que lo pienso deja de existir y no hay manifestación suya aprehensible por nuestros sentidos. Algo así pergeñó otro enredador de metafísicas como era Borges. La filosofía deja de ser un modo de comprender la realidad cuando se embosca en juegos verbales. Pero quizá sean precisamente esos juegos del intelecto verbal los que justifican la filosofía. Que todo viene a ser un mecanismo de evasión. El lector de filosofía hace lo que el lector de ficciones: procede a suspender la credulidad. Vuelvo a Borges: sostenía que la metafísica era una disciplina de la literatura fantástica. La poesía es una rama de la ciencia cuántica.
II/ Ego plus ultra
Soy la versión mejorada y adulta de mí mismo. Un ser dotado de un número razonable de certezas. Soy la suma de todas las incertidumbres que esas certezas no son capaces de responder. Soy el responsable de todo lo que nunca soy. Y soy un teólogo de mí mismo también. Uno interesado en la naturaleza semántica de todo lo que existe. En ese sentido soy un filósofo de la única causa que conozco: el tiempo interactuando en mí, el tiempo a mi servicio, todo el tiempo del mundo pensado aquí adentro, en mi corazón soberano. Soy la versión dispersa y contradictoria de alguien.
11 comentarios:
Y qué comenta uno en estos casos, amigo Emilio?
Mejor no comentar nada, vamos.
Algunas cosas sinceramente se escapan a mi cortito intelecto de usuario de blogs
RAfa
Uf.
Suspendido en incredulidad. Roto en confianza. Abismado en el caos.
Es usted un genio de las palabras.
Elfango
Mi análisis introspectivo más esperanzador lo resumí en este microtexto:
La ventaja de ser Nadie me permite adentrarme en el territorio de la Nada con el equipaje vacío.
Como los viajeros de Úrculo.
¡Ah!, y a la relación de Eduardo Moga yo añadiría esta clasificación de las tres grandes poéticas en castellano desde Gonzalo de Berceo hasta nuestros días:
-El Mester de Clerecía
-El Mester de Juglaría y
-El Mester de Egolatría
Buenas, de nuevo, Emilio. Después de unos días de no sé si merecido, pero sí necesario, descanso, vuelvo a la guerra. ¡Más madera!
Metafísico... Buen ejercicio. Todos deberíamos de ejercer la metafísica cuando menos unos minutos al día. Por prescripción médica. No son recomendaciones solo mías; Ortega lo recomendaba a sus alumnos de facultad. Salir del peso aciago y esclerotizante de la física cotidiana, de sus contingencias reproduciéndose en un ciclo sin fin hasta nuestro morir, que es la mar...
No está de más ejercer de homo sapìens de vez en cuando, y mirar la vida como una ficción imaginada, como un deseo por hurdir, como lo imposible pero deseable sin más. Quien no duda, quien no sueña, quien no se para por un instante a disfrutar del paisaje que nos brinda la vida... Infeliz.
Buen día, amigo, y ¡más metafísica!
Coincido con Ramón, una vez más siempre tan atinado:
MÁS METAFÍSICA, PLEQSE.
Viva Kant !
Uf
Uf.
Uf, qué es uf?
Perdona, Emilio, que
me meta donde no me llaman...
Rafa
Y hay algo que te haga pensar que el mío sea algo más que cortito también? Escribir sobre estos asuntos, a poco que te centres, da juego. Juego vacío, Rafa. Se agradece siempre tu comentario, amigo.
Uf. Sr. Uf.
Agradecido por el halago, elfango. El que lee es el que tiene el genio.
Preciso, hermoso, Miguel.
Ser nada, no esperar nada, no tener nada.
¿Y cómo?
Mester de Egolatría: me lo copio.
Puedo?
Guerra, Ramón. Se le echaba en falta aquí, en su página, donde no comento como debiera, lo sé. Leer, no obstante, leo lo que da.
El descanso, merecido. Yo debiera, pero hay mucho que hacer, siempre. Siempre. Todos somos metafísicos en algún momento del día. Todos los días. Momentos sumados que dan una vida... metafísica. Hasta la palabra gusta. A mí, en lo mío, en lo que siento, me encanta.
Abrazo, amigo.
posdata_ fallé (suelo,últimamente) en lo del escrito sobre cine y política. Hice uno, que mandé a paseo.
Hice otro. Nada reseñable. Malos tiempos para la política. Incluso la vía doméstica.
Uf
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