4.3.11

La trama

Con los años el peso de la conciencia adquiere proporciones inconvenientes. Te oprime el estado de ánimo y te arrumba en un miserere de lánguidos monosílabos y de ojos nublados por la injusticia del mundo. No es posible asidero alguno. El tiempo es ese juez estricto que no consiente frivolidades y rebana el pescuezo frívolo de todas las cosas buenas que tiene la vida. Abres la prensa con la peregrina idea de que sólo vas a mirar las páginas culturales y tal vez algunas crónicas deportivas, el eclipse imposible del Barcelona de Messi o la última bravata del showman Mou, pero te das de bruces con el caos y terminas ensimismado en una niebla de conceptos, en la certidumbre de que las cosas, a poco que se empecinen los de siempre, pueden ir a peor.  
Comprende uno con rubor que las noticias son una trama más del mercado, que ha barrido a la democracia y ha instalado una jaima en los parlamentos de Europa. Comprende que todo es un burdo montaje, un rumor para movilizar al personal frente al televisor y que los patrocinadores de los rumiaderos del corazón hagan caja y entretengan a base de estiércol sentimental y falsó reportaje periodístico la pereza intelectual del personal, que bosteza mientras sube la gasolina y los ciudadanos se afilian a la banda ancha para descargarse el mundo por Youtube. Mientras tanto los pronósticos sobre el final de la civilización occidental, largamente instalada en el cánon del orden y del progreso, conduce a que visionarios con púlpito, micrófono, columna o barra de bar larguen su apocalíptica visión del asunto. Me incluyo graciosamente en esa caterva de iluminados de barraca de feria.  El día menos pensado nos despertamos encabronados en demasía y achacamos la úlcera o el dolor en el pecho a cualquier titular de prensa. De ahí a las barricadas morales no hay mucho trecho. No tengo ninguna duda de que, con el suficiente empeño, las distancias imposibles son franqueables.

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5 comentarios:

J. G. dijo...

menuda temática el fútbol, no he seguido leyendo, no merece mi consideración, con todo el respeto al que le agrade

Emilio Calvo de Mora dijo...

Es una parte más de la trama, J.G. Sólo eso. Una excusa para buscar males endémicos de la sociedad.

Miguel Cobo dijo...

No creo, Emilio, que tú te alinees con esa caterva de apocalípticos (por lo menos con los que retrata José Mª Izquierdo en su "Ojo izquierdo"). Tú eres más reflexivo y machadiano y "a distinguir te paras las voces de los ecos".
De cualquier forma, siempre nos quedará Youtube.
Si la conciencia pesa, sometámosla a un plan de adelgazamiento. Es cuestión de que pierda tiempo, ese colesterol anímico.

Un abrazo, mon ami

Un abrazo, mon ami

Anónimo dijo...

Pregunta:
¿por qué no estás YA escribiendo en prensa?
Te hago publicitadad, gratuita, claro.
No quiero agradecimientos.

Rafa

Emilio Calvo de Mora dijo...

Voces y ecos, Miguel, en ocasiones se confabulan y nos aturden. En ese aturdimiento, no pensamos. O pensamos a medias. O malpensamos. Es difícil ir por este mundo con las ideas limpias y claras. Incluso es mejor ese aturdimiento, esa incertidumbre existencial. Ese no saber demasiado de demasiadas cosas. No sé. Estoy esta tarde (fría con abuso) en mi pueblito adoptivo con poca gana de ser razonable ni siquiera conmigo mismo. Me miras bien en demasía, mom ami.

Y tú, Rafa, me miras y no soy yo.

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