31.3.11

Gramáticas

I
en tardes como ésta una hemorragia cándida y dulce vacía mi cuerpo, desaloja primero la voz, luego me arresta en el hueco del sueño, ahí hago sutiles navegaciones elementales, cubro distancias de azúcar, paisajes de plástico, extensiones que a mi paso se ondulan y arquean, se pierden en un punto y súbitamente aparecen luego en otro, turgentes, plenas, respirando con un pulmón de dios, con un pulmón secreto, el aire sublime de toda esta pereza increíble

II
no obstante agoniza, enmudecida por el vértigo de los días, la inspiración , la soledad salda cuentas atrasadas con el poeta a solas con su palabra, el poeta no tiene otra cosa que palabra, la palabra escoltando palabras y siguiendo una ruta que casi nunca da en el blanco de la idea, pero la merodea, la asedia

III
la noche con alas como un arco tensado sin júbilo ni excesos galopa furiosa la espalda, mi espalda, furiosa, encabritada y libre, cercada por el aire, libando la piel, hurgando adentro, buscando el alma en la carne expuesta, abrevando la voz en la superficie perfecta de un gemido

IV
el tren medita perderse en la distancia y no es a morir a lo que van los ríos a la mar

V
al alma la astilla el tiempo o su eco, la voz es una estría, la piel es una sílaba suelta

VI
uno se va muriendo sin darse cuenta, uno se va yendo sin aviso, uno deja de ser uno y pasa a ser una breve sustancia, olvido, la tímida evidencia de un gesto, uno se queda al final en gestos, en la noticia de que en esos gestos es en donde realmente estábamos

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Como en el viaje a Ítaca, espero que tus palabras no necesiten dar en la diana de ninguna idea, que sean ellas mismas la idea solo por existir, por haber sido creadas. Puede que esa misma sea la idea.
Mi humilde felicitación por tus palabras, que para mí son gloria. Qué bien escribe usted señor.
SEGU

Miguel Cobo dijo...

Todas las demás son gramáticas pardas.

Abrazo.

Joselu dijo...

Hablas sobre la muerte, sin estridencia, sin alharacas, sin dramatismo, con hermosa distancia a través de las palabras, que tanto amas, y que serán tu gesto, algunos de los gestos que en este tiempo que te ha tocado vivir -afortunado como hubiera sido cualquier otro- quedarán de ti, abandonadas al azar en este blog en el que algunos disfrutamos de ellas también sin alarde emocional porque tus versos en prosa llevan dentro tanto un ejercicio torrencial de escritura como de contención y depuración.

Anónimo dijo...

Yo diría que sí que la asedia y que la merodea, pero le entra la palabra a la idea y la lleva a puerto para que los lectores, ávidos, leamos estos asuntos de esta forma.
Nico Dimas

Pedrodel dijo...

Y a mí me parece que aquella tarde te pegaste un siestorro de órdago y para no confesarlo, como tú puedes, lo adornas, tan ricamente, que lo conviertes en algo hermoso.
Saludos afectuosos

Emilio Calvo de Mora dijo...

Son palabras y usted, mi querido amigo, qué alegría me da eso, las lee como bien le venga leerlas. Seguro, Segura, que les sacas algo. Ahí escondido tiene que haber algo. Igual muy abajito, en fin... Un abrazo, señor usted.

Conciso, sentencioso, Miguel. Lo pardo es que además tiene su palacio. Tú ya me ves venir...

Sí, es la muerte. Sin dobleces. A mirarla de frente, a darle su empaque poético si hace falta.
Lo de contenerme y depurarme llevará su tiempo. Ahí andamos. Es la escritura más dolorosa. La que procura más placer, pero la que más destroza al ser volcada, Joselu.

Bien dicho, Nico.
Eso del lector ávido es lo que más me gustó. Un saludo.

Fue tal la siesta. Me pilló. Desperté y me senté y salió eso. Viva la pereza y viva la poesía. Una pierna, otra pierna...Hasta ahí podemos hablar, jeje.

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