18.5.09

Soy un guiñapo

Ando últimamente tacaño en metafísicas. Me aturde la tos y me vuelca en los pulmones un saco de pólenes cabrones que incendian la razón y me dejan blando, desarmado, desplomado, desvanecido en mí mismo como un fardo gordo al que no le importase dejarse caer, en el hipotético caso de que los fardos gordos vienieran con conciencia de fardo, lo cual es un regate a la tos y un punto a favor del regreso de las metafísicas. La tos, digo. La tos y el quebranto a mitad del pecho como un metal pesado, marzaliano, desafinando la voz y lo que la voz dice. Adentro, a ras de pulmón, soy una piltrafa: silbo vulnerado, verso calamitoso en un poema infame, fatalmente el resto ardido de la única autoridad que conozco en la materia que soy, pero ahora, en este instante de lunes extraño, me inclino a pensar que la tos, el deterioro general, los daños colaterales de las gramíneas y de las briznas de olivo que danzan y danzan, son algún raro precio que he de pagar por vivir como quien vive siempre a cuestas de un defecto y termina por pulirlo y convertirle en un estilo. Así que yo he cultivado mi tos y la he convertido en la extrema evidencia de que soy un individuo sensible, qué creían, sensible al punto de emocionarse con un adjetivo bien colocado en un verso. Hoy mismo me he pillado a medio turbar (no me turbé del todo porque llegaba la hora de ir al colegio y hay que llegar con el tino cabal y la voluntad enhiesta) cuando entre el café y la salida de casa, en un libro de poemas de Benedetti (Saturaciones y terapias), he descubierto la felicidad absoluta encerrada en el lenguaje. Un lenguaje sencillo, como el que hacía Mario Benedetti, sin prisas, sin estridencias, capaz de emocionar con los mínimos elementos posibles. Y de qué manera. Entonces es cuando hay que salir a la calle y respirar el mundo y sus pólenes y dejarse crucificar por el viento, aunque después te quedes guiñapo, roto, hundido en la miseria física de quien no puede ni toser sin que la cabeza le reviente en mil estrellas y los ojos le lloren, más que nada por el agotamiento muscular y la carencia total de fe en que esto termine en los días previstos por mi médico de cabecera.
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Terapia
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Para no sucumbir
ante la tentación
del precipio
el mejor tratamiento
es el fornicio.
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12 comentarios:

Rafa dijo...

Joder, tío, no será para tanto. Que no te deje el polen sin metafísica, hombre, eso no, anda, eso no.

Que te deje sin otras cosas, pero la metafísica, ay, esa déjala tranquilita, polen, deja a mi amigo curado y contento.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Lo es, estoy sin aire... Volverá, Rafa. Gracias por la preocupación

Isabel Huete dijo...

Creo saber exáctamente cómo te sientes porque acabo de pasar por uno de los mayores trancazos de mi vida, eso sí: sin polen pero con puñaos de polución disimulada por las falsas mediciones de nuestro querido Ayuntamiento... Pero yo no consigo encontrarme como una piltrafa ni que me vengan cien catarros como éste y me revienten estos pulmones de fumadora empedernida. Los hombres, por razones que se me escapan, sufrís demasiado con las cosas de la salud, es como si no entrara en vuestras predicciones... :)
De todas las maneras, me alegro que Benedetti haya acabado por convertir tu tos en un buen verso.
¡Cuidate, amigo!
Y besos balsámicos.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Quejicas, los hombres, pero será el adn, por poner una excusa científica. Besos, Isabel.

Ana dijo...

Tú regatea como puedas.
A la tos no se le vence ni con aerosoles.
¿Fumas? Entonces estás perdido. Yo fumaba y tosía y ahora toso y ya no fumo luego entonces... ¿es malo el tabaco? Dime si no es metafísica eso.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Fumo en bodas, bautizos, comuniones y otras fiestas de barra libre y cháchara encendida, Ana. Menos mal que no fumo ahora...
El tabaco es malo, pues sí. Puestos a elegir sí o no, pues damos un sí, pero... Ay el pero...

Emilio Calvo de Mora dijo...

Ah, sí es metafísica, de la buena.

Ana dijo...

Luego fumas. O se fuma o no se fuma. No hay terminos medios, amigo. Pillado.

Alex dijo...

¿Otra vez la alergia, Emilio? No te rindas que pasará. Los gramineas dejan de soltar lastre cuando saben que han jodido lo suficiente.

Anoche eché un vistazo rápido a "La Tregua". Es asombrosa la naturalidad de la escritura de Benedetti. Fluye sin que te des cuenta. He ahí el milagro.

Por puedo estar más de acuerdo con la sentencia final. El fornicio lo cura todo.

Cuídese.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Pillado, Ana, da lo mismo, en serio. Besos.

Sí, Álex, otra vez, irremediablemente. Cortisona + otros medicamentos de uso diario y severo para remediar estas disneas varias. Disneas que yo regalaría a Disney, jeje. Malo, el chiste. En fin. El verso final, los versos, mejor, que son de Benedetti, son sabios. Me los creo. Los subscribo. Vamos a cuidarnos.

Linares dijo...

La metafísica de las narices, jajajaja. A ver si nos mejoramos, hombre. Entro de hace tiempo en tu página pero hasta hoy no me ha dado por escribir algo. Que te mejores, hombre.

Anónimo dijo...

A VER SI ESTOS BICHITOS SÍ QUE DESAPARECEN PRONTITO Y TE PONES OK PARA SEGUIR ESCRIBIENDO. ESO, POR LO MENOS. SALUD ENTONCES. XXXX

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