I
Dice a propósito de la enclenque salud del cine español el bueno de Álex de la Iglesia que "el mayor poder creativo se da cuando eres absolutamente inconsciente de las consecuencias" y se pone a hervir cuando escucha a bárbaros que comparan los pesos pesados de la industria cinematográfica americana (Steven Spielberg, Michael Bay, Ridley Scott) con la gallarda y arrojada valentía de los pesos welter hispanos, que no pueden lidiar en igualdad de condiciones y salen lógicamente k.o. de ese combate injusto y singularmente aburrido: ganan los americanos. Creo que han ganado siempre. Y cuando pierden lo hacen con la caja llena y el suelo del cine lleno de restos de palomitas y de envases vacíos de Coca-Cola. Es la evidencia plástica del poderío yankee incluso en la moqueta, a ras de alfombra. El cine español o la música española no figuran en la misma categoría. De hecho, bien mirado, la robusta maquinaria audiovisual americana carece de competencia y únicamente se preocupa de no viciarse en el tedio y competir contra sí misma, superando cada vez los más que exigentes listones de sofisticación técnica y mutilando a base de taquilla toda posible injerencia crítica. El escuálido cine español mira al escuálido cine húngaro. El cine americano no mira a ningún sitio: sobrevuela, ufano de su impúdica codicia, los cielos del mundo e inocula con pasmosa y subrepticia eficacia los genes del colonialismo, la semilla de la invasión posterior, ese caballo de troya consensuado, discutido en el Parlamento hasta convertirlo en materia legislada, aprobada y rociada al pueblo como maná cultural.
II
A John Ford le preguntaron qué buscaba en su cine. El director contestó: "un cheque, a ser posible con fondos". Ese reducción de lo intelectual a lo crematístico, esa herencia judía, convierte al cine americano en el gran cine del que han bebido o al que han acudido todos los demás. Trabajan sin presiones porque sólo buscan la pasta. Lo demás, el arte, cae por añadidura. Hay que dejar al artista trabajar y subvencionar sus pesadillas.
6 comentarios:
Palabras mayores, nombres mitológicos. Rafa
El problema no es el taquillazo de algunas buenas películas americanas sino el de muchas muy malas.
No me importa que me colonicen si el arte es bueno y lo puedo disfrutar, lo que me fastidia es que me inyecten droga visual cortada envuelta en papel de celofán con colorines.
Lleva razón Álex y llevas razón tú.
Unos besotes.
Yo seré un bicho raro,pero prefiero historias de hombres y mujeres,vidas que te dicen algo,que te hacen sentir,y a veces hasta pensar....y no acción,batallas y efectos especiales...lo dicho no debo ser muy normal.Un beso Emilio y gracias por seguir escribiendo para nosotr@s.
Buena entrada, Emilio, y con alguna referencia muy querida por mí. Cuando hablas de subvencionar, me imagino que te refieres más bien a financiar o a sufragar, porque, de lo contrario, si hablamos de dinero público, estamos apuntando a esa especie de hospital de mediocridades en que consisten la mayor parte de las cinematografías europeas.
Un saludo.
Muy mayores, muy grandes, muy lindo todo, Rafa.
Hay cine americano malo de solemnidad. Y cine checo pésimo. Y pienso que también habrá cine húngaro detestable. Mi droga visual es, básicamente, americana. Por eso los defiende, Isabel. Sin dudas. Sin gestos de incertidumbre. Han hecho EL MEJOR CINE DEL MUNDO. Y el más malo, cuando quieren. Claro.
Vaya bicho raro eres, Caty Luz. Ningún bicho raro, doy fe. Eres estupenda. No estoy en plan piropeador. Esos tiempos pasaron, ¿verdad? Historia de hombres y mujeres que viven vidas reales también son las historias que me gustan a mí, pero Jurassic Park, que es un engendro pirotécnico, cien por cien visual y ameno como una linterna en mitad de la noche, es una película que me hizo disfrutar muchísimo en una butaca de cine. Muchísimo. Hay de todo. Tiene que haber de todo. Un beso para ti. Me alegro mucho de que entres en mi página y que comentes cosas. Gracias a ti por escribir.
Me olvidaba de ti, José Manuel. Ahora enmiendo. Cierto eso de subvencionar. Totalmente. Escribe uno a veces deprisa. Sin releer. Sin corregir. Lo del hospital de mediocridades me ha parecido un resumen semántico de primera para hablar del panorama del cine (malo) que Europa da como réplica al americano, que también tiene sus cosas. Cómo no. Un abrazo.
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