24.3.19
El viernes leí unos haikus victorianos
El viernes noche tocó leer en casa, en Lucena, en el Palacio de Erisana, entre amigos, unos haikus alrededor de una serie de televisión. Yo escogí Arriba y abajo, la antigua, la de los setenta. Salí con la intención de hacerme pasar por Lord Bellamy, pero enseguida supieron que era yo. Aún así, antes de atacar las diecisiete sílabas, fingí ser un aristócrata inglés, vivir en Eaton Place, que está en Belgravia, en la mejor zona de Londres. Les conté que me levanto, por lo común, me siento cerca de la chimenea y leo la prensa mientras desayuno británicamente. Después voy al club, juego unas partidas de cartas con los amigos de toda la vida y comentamos algunos de los chismes de la aristocracia del barrio. Vuelvo a casa, hago un almuerzo ligero (matizo que los ingleses podemos almorzar de pie) y doy una cabezadita en el sillón hasta media tarde. Ahí es Hudson quien entra en escena. Me despierta con otro té y despacho las cartas del día. Lo mejor son las noches, les confieso. Voy a fiestas, bailo foxtrot, bebemos whisky, ginebra y champán. Adoramos el champán. Añado, para ir acabando, que los Bellamy tenemos buen corazón. No hay que creerse todo lo que se dice de nosotros, los de la alta sociedad. Tenemos algunos vicios inconfesables, pero quién no. Y sobre todo cuidamos de nuestro servicio. Esto debe quedar muy claro. Sólo tienen que bajar y preguntarles. Yo creo (concluyo) que somos nosotros los que les servimos a ellos, aunque yo no sepa vestirme solo ni prepararme unos huevos con bacon. Cualquier día de éstos nos arruinamos. Está al caer. Son malos tiempos. Tendríamos que vender la casa, buscar un pisito de clase media en Chelsea o en Whitechapel. Espero no tener que recordar estas palabras. Después leí los haikus victorianos. O eran eduardianos, no sé ahora. Se leen en un soplo, pero es que los haikus son soplos. Algunos alumnos de la Escuela Municipal de Música y Danza de Lucena acompañaron la lectura con lo que saben hacer. Lo hicieron muy bien, por cierto.
Haiku no.1
No he sido un Lord.
Ni tengo casa en Londres.
Sólo hago haikus.
Haiku no.2
Llama al servicio.
Que suban unas pastas.
Se enfría el té.
Haiku no. 3
Hemos vendido
los muebles victorianos.
Se hundió la Bolsa.
Al salir del teatro, me senté en el trono de hierro. Tampoco logré hacerme pasar por nadie, pero fue fantástico. Buen trabajo en el trono de Bea Reyes. Aplauso desde aquí por el curro y la ilusión. A Vicente Cabeza por lo mismo. Hacen buena pareja.
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