24.6.17
Casa
Se me ocurre que empieza a su manera el verano que cada uno inventa o el que le permiten inventar. Vendrá el descanso cuando venga. Vendrán las noches en las terrazas de los bares y las tardes, quien pueda, en las playas o bajo la playa importada del split del salón. Está ahora negro el cielo y no corre aire. Acaban en la escuela las lecciones y pronto acabará el registro frío de las cosas que buenamente se han hecho. El deseo que se me ocurre ahora es sencillo y tiene mucho de anhelo, que es la forma más noble y elevada del deseo. Es el descanso, la evasión, el cierre de algunas rutinas y la apertura gozosa de otras. Luego vendrá otra vez el stress, las prisas, las incertidumbres y la sensación de que uno hace lo que de verdad le gusta, pero no es posible no mirar con sincero afecto el finiquito, las firmas en los documentos y los adioses a los compañeros. Será un buen verano. Da igual que luego sea como todos. He salido a fumar a la puerta del bar y escribo a la fresca, solo y extrañamente feliz. Corre una brizna de aire. Ahora toca volver a casa. Esa es la meta, la casa.
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