Hay un vicio pequeñoburgués que me encanta: el de la sobremesa con el café, la bandeja de pasteles o la bebida larga, escuchando agradable música de ambiente, charlando animadamente con los invitados, adquiriendo ese achispamiento inocente desde el que envalentonarse y hablar con la lengua más sucia, con el cerebro más resbaladizo, como queriendo expresar lo que, en otras circunstancias rebajadas de alcohol y de alegre camaradería, nunca expresaríamos. Es ése el momento en el que comprendo cosas que antes me estaban privadas. No asuntos de los demás, en los que no entro salvo que me reclamen, sino míos propios. Suele pasar que todo ese deslumbramiento psicológico, de hallazgo y de placer repentino, se pierde conforme los efectos del bendito bombay decrecen. Como si fuese todo un sueño y el despertar liberase las palabras trabajosamente amasadas. Como si me desprendiera del peso útil y quedara, como suele, el fardo torpe.
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8 comentarios:
El bendecido, a cada día que pasa, eres tú, cabronazo.
Cuando quieras abrimos una botella que tengo en casa y echamos la tarde, en familia, charlando de lo divino y de lo humano, compañero...
Por aquí aún se notan los efectos del
Bombay. Palabras y efluvios. Y camaradería, ya se ve.
Salud.
Mira que está rico.
:)
La lucidez siempre tan amistosa con los estimulantes. Otra copa. Abrazos
Bendito Bombay que nos desinhibes y sacas nuestras neuronas de sus circuitos habituales, tan ordenados ellos, tan represivos a veces, tan obedientes ellas. Estoy de acuerdo contigo: ese puntito de rebelión neuronal es divino. :)
Son esas sobremesas en buena compañía sobre las que en invierno acaba cerrándose el atardecer y en verano el atrevimiento de empalmar con la cena, cuando nosotros los de entonces descubrimos que seguimos siendo los mismos, qué diablos, acaso con una mayor capacidad para disfrutar de ese punto de acidez que convierte el primer gintónic en la pócima de Panoramix y el cuarto en la avioneta de Memorias de África.
Gracias, Fernando, abriendo botellas, charlando, en familia, qué plan!!!!
Miguel, no hace falta el Bombay, pero no hace falta que deje de estar, no sé si me explico.
Está, Sergio. Bien combinado. Solo como que no...
Esa es la palabra ajustada, José Luis, estimulantes. Es un verbo hermoso: estimulado, uno rinde más. No es esto una apología bombayera, ni mucho menos. Pero lo está pareciendo...
Desinhibir: otro verbo claro, Isabel. Inhibido uno rinde menos. En ese plan. Ya me estoy explicando bien, que parecía que no...
Juan, sabemos de lo que hablamos. Hay amigos de esto, de la red, que podríamos un día provocar el vernos y echar el rato (Isabel, José Luis, Sergio, en fin...) A Miguel ya lo tengo cerca y lo veo en cuanto puedo. En fin. La pócima necesita bebedores. Un abrazo grande, señor Herrezuelo.
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