El griego es una mierda y la filosofía es otra. Las humanidades no son las que levantan un país. Por eso las leyes del Ministerio están eliminando todo lo que arruine esa visión competitiva y pragmática que hará de España un pilar de la sociedad del futuro, pero va a ser una sociedad castrada si le quitamos el griego o la filosofía, si le damos importancia al inglés sin que la tenga la bendita lengua castellana, si en los planes de estudio explicamos la mecánica cuántica y no explicamos el valor de las palabras y la naturaleza poética del progreso, si arruinamos la idea de educar para la ciudadanía y jaleamos, pagado con dinero público, la enseñanza evangélica en las escuelas. No sé si entender la métrica latina crea empleo, pero lo que es seguro es que no lo destruye. Tampoco si leer en voz alta a Góngora en Secundaria podrá competir con una lectura dramatizada de Cincuenta sombras de Grey. Se desdeña, a golpe de boletín oficial del Estado, la formación del espíritu. En el mejor de los casos, la organización del currículum invita a los alumnos, en secundaria, en bachillerato, a que estudien clásicas o Historia o Filosofia, pero la invitación viene ya envenenada, untada de todas las urgencias laborales del mercado. A lo que no se han atrevido es a meter en el Plan de Estudios una asignatura que se llame Mercado. Que les enseñe a los muchachos (paso de protocolos lingüísticos) a competir. Porque somos contribuyentes, competidores y, en última instancia, ciudadanos. Personas lo somos cada vez menos. En números nos están convirtiendo. Servimos a estadísticas. Ni siquiera aspiramos a ser palabras. En el número, en su fronda abstracta, molestamos menos. Valemos para hacer estudios de mercado. Somos cookies. En el fondo, somos cookies y no tenemos ni puñetera idea de quién fue Parménides. Más al fondo: ¿Quién soy yo, como maestro, quién es Wert, como ministro, para quitar de la cabeza al adolescente que veinte minutos de Los Simpsons son mejores que toda la historia de Roma? ¿Cómo va a competir la escuela con el emule?
29.12.12
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8 comentarios:
Sí,mi querido amigo,somos más cookies y menos cucos y parafraseando a Ferlosio: "Vendrán más años malos y nos harán más ciegos". El otro día fui a visitar a mi padre que es el hombre más ermitaño del mundo que además vive en una cueva similar a la de Platón jugando con sus sombras, y le dije: "¡Feliz Navidad!",cookie de mí,y me respondió categóricamente: "Todo el mundo anda ahora gritando por la calle ¡Feliz Navidad! y eso me cabrea.¿Quién es feliz?".
Un fuerte abrazo,amigo mío.
Por cierto,me gusta esa imagen de Con la muerte en los talones.El amigo Cary en su trayectoria tanto física como espiritual de la película responde a su título original North by Northwest. Así, desde el Nueva York del Hotel Plaza, los lujosos escaparates y el edificio de las Naciones Unidas (símbolos todos ellos del éxito material y de la Utopía), nos trasladamos en el tren "Siglo XX" a Chicago, una ciudad llena de recuerdos de los gangster (convertidos ahora en la CIA y sus espías). La célebre secuencia de la persecución por una avioneta fumigadora tiene lugar en un desolado paisaje con campesinos que parecen salidos de una de las novelas de John Steinbeck.
Y me voy ya y dejo de molestar que me estoy pareciendo a mi padre.
Nos están robando el reloj del porvenir. Saludos al padre de Francisco. Me cae bien ya.
Hay mal que pese una parte de razón en el argumento ministeril, que consiste en privilegiar la ciencia a las letras, el cuerpo al espíritu como querían los antiguos. Yo sé todos los problemas que conlleva eso, pero estamos en un agujero y hay que ser muy, muy prácticos...
Y no soy wertiano en absoluto, no lo soy, pero....
Es que estamos mu jodidos, Emilio.
Buen post.
Completely mad
Wert or no wert, that is the shit.
Ni siquiera el catecismo de Wert es sinónimo de eficacia y competencia. Es una ley tomada a pelo, con alfileres. No toca aspectos esenciales que vislumbren mejoras. Ni tomado en serio se lo acaba de creer uno, por muy católico, derechón o amigo de reglas y Boes seas.
Si encima uno es alérgico a estos mandamientos -como es mi caso- la lectura torna aciaga. El mismo partido que prometió resucitar las Humanidades, las asesina. Y en su lugar pone el libro preconstitucional, sencillo pero inquietante. Si el niño sabe lengua y matemáticas, llega a ministro, seguro (y con menos).
En fin, la perplejidad es mi segunda piel, amigos.
La insoportable levedad de la educación. Llegará a ser tan insustancial que en vez de notas darán chuches. Me alegro de no ser estudiante en situación tan desastrosa. Me libro de ser cookie en un país donde predomina el malware.
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