Escribió la frase más trascendente que yo haya leído a propósito del cine, pero podemos aplicarla a la literatura o a la música. "Tengo diez mandamientos. Los nueve primeros dicen: No debes aburrir". Y no aburrió con sus películas. No le importaba el formato, el atrezzo, el modo en que la historia debía contarse. Fue un maestro de la alta comedia, la fabulosa screwball americana, con La fiera de mi niña. Su Scarface es la piedra capital sobre la que construyó el cine negro. El sueño eterno, la joya de la corona: críptica, alambicada y preciosa, pero no aburre. Y es que a Howard Hawks le fascinaba la escritura cinematográfica, el cuento contado sin imágenes. Era un narrador, por encima de todo, y cuando terminaba de filmar solía abandonar los aspectos técnicos como el montaje definitivo a otros siempre que no hicieron tambalearse la claridad expositiva o el ritmo trepidante. No hay una sola película de Hawks que sea morosa y parezca enquistarse, encallarse. El cine de Hawks fluye, discurre, avanza con la sencillez de lo que no precisa dobleces, meandros de la literatura. Eso pensé anoche viendo de nuevo Me siento rejuvenecer: que no hay periferia al modo en que la periferia (el acicalado, el arreglo externo y extremo) existe en otro cine.
Howard Hawks gastó la independencia que no tuvieron otros: él se producía las películas. Así hizo Tierra de faraones a pesar de que el negocio del cine le confiaba, como en un cuchicheo, que el cine de época, de pirámides y áspides no era el favorito del público. Todas los géneros son buenos, solía decir. No hizo cine de ciencia-ficción, pero quizá porque los medios técnicos no estaban a la altura de las circunstancias. Murió en 1.977 cuando el género comenzó a tomar altura.
Una de mis películas favoritas de Howard Hawks es precisamente ésta: Me siento rejuvenecer, apoteosis de la inteligencia arrodillada ante el humor. La he visto, al menos, en diez ocasiones. Y no me siento nunca con la pureza mental suficiente (hace falta eso) para escribir algo sobre ella. Hay algunas películas a las que me cuesta entregar mi incontinencia sintáctica. 2001, una odisea del espacio es otra, pero no nos olvidemos del maestro. Hoy he visto una fotografía suya en una página de cine. Y he pensado en Luna nueva y en Tener y no tener. Y su frase, la del aburrimiento.Y he vuelto a revisar las cosas escritas, los textos vertidos aquí sobre las cosas que me gustan, y he releído éste, al que le he lavado la cara bloguera y le he puesto un párrafo nuevo. Hoy mi personaje favorito del día es Howard Hawks. Anoche (durante unas horas) lo fue Juan Carlos Navarro, pero no es ésa la historia de esta historia. Ven qué fácil es irse por las ramas. Duele la periferia si no se es un genio.
1 comentario:
Hawks anticipó un modelo de mujer que hoy es el vigente, y no sólo en el cine: la mujer “hawksiana”, que toma la iniciativa, que se mueve como pez en el agua en un mundo de hombres y no se deja intimidar, que mira a los ojos al tipo que les enciende el cigarrillo y luego sopla ella misma la llama y dice gracias con voz grave; mujeres como Bacall o Dickinson, capaces de hacerle fruncir el entrecejo a Bogart y alzar las cejas de asombro a Wayne. La clase de mujer que ya es garantía de que no te vas a aburrir. Ni mucho menos.
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