2.4.11

¿Ars amandi?

Esto de no ser más que tiempo espanta.
Carlos Murciano

A la noche se empiezan a encender las preguntas.
Pedro Salinas




Él:
Con muy furtivo y goloso gozo, vayamos,
oh mujer, buscando la pequeña muerte, la fatiga dulce,
ese temblor impreciso que se anuncia
en la altiva miseria de los mùsculos.

Ella (diez minutos más tarde):
Quién nos manda a nosotros
confiar tan exquisita trama
a actores tan discretos.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Joder, hemos vuelto al lustroso ayer...
Me apunto la página.
Saludos.

Abel Perea Castro

Miguel Cobo dijo...

"La petite mort", ¿10 minutos para un "tragedia" en un acto con dos actores discretos?...¿Toda la vida ensayando (al menos un día a la semana) para esto?

Vuelta al tempo clásico: Tres actos durante una hora y media. Y a seguir ensayando, hasta conseguir la pequeña muerte simultánea.

(En ella se percibe el desencanto, mientras él se recrea en las palabras).

¡Qué arte, mon ami!

Francisco Javier Pozo dijo...

Ay la pequeña muerte, quien pudiera diñarla ahí, en faena metido. Se me hace muy agradable venir a esta página cada vez porque es variada y amena y nunca sabes de qué asunto vas a hablar. Si de Gadafi o de Jack El Destripador o si de Mourinho, que por cierto hoy se la ha acabado la suerte y está ya diciéndo bye bye a la Liga, pero no era esto de lo que yo quería hablar. Escribía sobre la pequeña muerte, que me encanta. El poema me encanta y el sentido un poco cómico del poema también. Ha acertado Miguel Cobo en eso de que en ella se percibe el desencanto (qué poco rato, digamos) y en él la querencia por el verbo. Los hombres tenemos el verbo siempre preparado. Lo otro, ejem, depènde del momento. Encantado de vernir por aquí y a esperar "joyas" como ésta en el siguiente post, señor Calvo de Mora.

Anónimo dijo...

Precioso. Irónico. Precioso. Un gusto leerte siempre, Emilio. Y yo tengo ese gusto aquí
a mano en cuanto abro la cosa esta del Internet.

Ana

Emilio Calvo de Mora dijo...

Abel, Miguel, Francisco, Ana, en realidad la vida es así. Verbo hecho carne y carne yéndose poco a poco, escapándose, adquiriendo calidad de fantasma. El verbo sigue pujante. Es lo único, salvo cataclismo, que nos acompaña hasta el final.

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...