16.4.11

La condición del fantasma



En cierto modo no están o lo están de un modo aleatorio o fragmentario o intermitente. Entran y salen de la cosa pública como algunos personajes del cine negro entran y salen de la escena del crimen. A éstos se les podría listar un parte de bajas, pero dudo que exista político que duerma sin que una nube de bajas le asfixie el sueño y lo despierte a mitad de la noche, empapado en sudor, presa de espasmos, en plan yonki sin reservas en la mesita de noche. Las bajas no son cadáveres alfombrando desiertos lejanos. Tampoco son las que cubren las estadísticas de los teletipos. Son bajas económicas, bajas sentimentales, ese tipo de bajas que pueden conducir al desquicio a una familia que no llega a fin de mes o que no llega ni siquiera a un cuarto de mes, que es una semana mal contada. Nada reprochable, en todo caso. Hace política el que quiere y sabe los riesgos del oficio, el peso gigantesco que conlleva y lo expuesto que se está  a que todo el mundo tenga derecho a opinar sobre ese oficio. En el fondo, no es la clase política la que está ahora poco valerada: son algunos de esos políticos, son algunos de los que detentan esos fantásticos puestos de mando.
Estos de la foto ya no están, pero durante el tiempo en que movían carteras y daban ruedas de prensa hicieron su trabajo lo mejor que pudieron. Quiénes somos nosotros para dudar de que fuesen obreros obstinados, profesionales juramentados a conducir a sus países al mejor de los mundos posibles. Pero las pruebas hablan en su contra. En general, una vez que un político ha dejado su maletín y deja paso a otros, siempre hay pruebas que echar en cara, parados inesperados, empresas desmanteladas, todo ese previsible nomenclátor de errores que luego heredan los ciudadanos y que marcan la historia de uno de esos países. Hace tiempo que no sabemos nada de estos enchaquetados, pero cualquier día es bueno para que uno dé una conferencia sobre El Futuro del Estado del Bienestar en un mundo globalizado en un inglés neardental y el otro sea fotografiado en su rancho de Tejas o haga decir a sus abogados que en modo alguno piensa dejar los Estados Unidos para sufrir la afrenta de que una Corte Internacional revise su mandato y le pronuncie la palabra guantánamo a menos de un metro de sus narices. Por eso se mantienen un poco al margen del circo de la política.
Salen de vez en cuando, hacen como que están, que vigilan el curso de los acontecimientos, pero en realidad hace tiempo que decidieron poner tierra de por medio. Tierra es un recurso facilón, pero quién sabe en dónde están, en qué apartado rincón hacen vida familiar, salen de paseo con sus familias, van al cine o de compras a un gran supermercado. Y no es que el hecho de haber tenido esos grandes puestos de responsabilidad les prive del sencillo placer de salir de paseo o de ir de compras los sábados a última hora. Hicieron lo que hicieron lo mejor que pudieron, claro está, pero ahora prevalece la condición de fantasmas. Inevitablemente viven en otra realidad que no es la nuestra. Quizá ésa es la razón por la que se obligan a salir de cuando en cuando y dan conferencias o se dejan fotografiar junto a unas vacas. Tendrán un gabinete de asesores que les recomiende hacer esto o esto otro. Como buenos soldados escucharán con atención y harán caso de lo prescrito. Suena a enfermedad eso de prescribir cosas. Otro significado del verbo prescribir es el que hace referencia a la extinción de un derecho o de una deuda. Quién sabe las que tienen estos. No más que otros. Cosas del cargo. Qué difícil es conducir al pueblo hacia su destino. Pronto tendrán a otro miembro ilustre de la cofradía de los próceres de la patria. Le están mandado mensajes. No creo que tengan facebook público.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, soy Pedro Gómez, vuelvo a escribir porque comparto contigo mucha de las cosas que piensas, aunque no tengo yo madera de escritor y disfruto sólo con leerlas, y mucho además. Aznar y Bush son una especie que no está desgraciadamente en extinción, que más quisiéramos. Los sustituyen otros que, ay qué pena, votamos también nosotros, pero los de la foto, los enchaquetados como dices tú hicieron demasiadas tropelías, y muy descerebradas todas. Sí, faltas de cerebro, de criterio lógico. Política, en fin. Yo que soy muy de Zapatero tampoco veo que se salga del perfil que dibuja. Es de los que darán conferencias o se refugiarán en su casa que está construyendo en su León natal, quitado de enmedio, vamos. Hasta ahí, lo entiendo, pero quién hace su trabajo si tanto los criticamos. Uns aludo, y a seguir enl a brecha.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Quién tiene madera de escritor y quién no la tiene. Va por épocas. Por inspiraciones. Es cierto que no son una especie en extinción, Pedro. Hay clones, gente deseosa de pillar el sitio. Ser muy de Zapatero no impide ver los baches del camino. No sé que hará el hombre una vez salga de Moncloa, pero sería mejor que dejara paso a otros. No pueden estar todos. No deben estar todos.

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