Descreído en tanto, siempre tuve fe en esa bendita inclinación del alma a ponerse en el pellejo de los demás y sacar de donde no hay para compensar un poco las fracturas del mundo. Creo firmemente en la pureza del espíritu, en la disciplina de los buenos sentimientos y en la nobleza que iguala a los distintos y los hermana en una especie de cofradía universal, huérfana de doctrinario, que no exhibe acta de fundación ni guarda sus estatutos en una urna de cristal. Vi un poco de todo esto en la siempre rutinaria celebración de la despedida de un año y la salutación a otro. Vi gentes de todo el mundo (en televisión uno puede ver gentes de todo el mundo) abrazarse, brindar, reir, brincar, blindarse a base de jarana contra los despropósitos y las miserias que, a buen seguro, van a joderlo todo.
Tal vez sirvan estos excesos en la postrimería última del año para afrontar con desparpajo el entrante. Igual se aprovisiona uno de ese alborozo, impostado las más de las veces, en la creencia de que serán pocas las ocasiones parecidas durante el año. Vi en televisión idénticos comportamientos. En Río de Janeiro. En Londres. En Madrid. Daba más o menos igual. Gente exaltada. Gente sin futuro: pareciera que todo es presente, todo detenido, aterrados ante la posibilidad de que el azar, quién si no, nos estropeará los planes.
Todos somos iguales. No hay otros: somos nosotros los que vemos ahí afuera. En la calle, el otro, el que parece invadirnos, es la sombra que proyectamos. Anoche tuve esa sensación viendo los relojes del mundo, el champán en el vértigo de los abrazos, el confetti infinito de los pobres enredado en alegre coyunda con el aire puro de la noche. Sí, sé que empiezo inocente el año. Uno desearía otro ademán, optimismo sin engaño, esa fe en la bondad del ser humano que no me acaba de cuadrar del todo. Conforme pasen los días me irá cuadrando incluso menos. Contaminado que estoy.
Tal vez sirvan estos excesos en la postrimería última del año para afrontar con desparpajo el entrante. Igual se aprovisiona uno de ese alborozo, impostado las más de las veces, en la creencia de que serán pocas las ocasiones parecidas durante el año. Vi en televisión idénticos comportamientos. En Río de Janeiro. En Londres. En Madrid. Daba más o menos igual. Gente exaltada. Gente sin futuro: pareciera que todo es presente, todo detenido, aterrados ante la posibilidad de que el azar, quién si no, nos estropeará los planes.
Todos somos iguales. No hay otros: somos nosotros los que vemos ahí afuera. En la calle, el otro, el que parece invadirnos, es la sombra que proyectamos. Anoche tuve esa sensación viendo los relojes del mundo, el champán en el vértigo de los abrazos, el confetti infinito de los pobres enredado en alegre coyunda con el aire puro de la noche. Sí, sé que empiezo inocente el año. Uno desearía otro ademán, optimismo sin engaño, esa fe en la bondad del ser humano que no me acaba de cuadrar del todo. Conforme pasen los días me irá cuadrando incluso menos. Contaminado que estoy.
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4 comentarios:
Sí siempre un día normal porque aparece al final o al principio de un año, según se vea, lo hace especial, siempre celebrado con gozo, y cuando pasa vemos que era un día normal sin mas....
Feliz Año 2010, aunque lo celebremos con alegría, y luego nos desilusiones, no es un día normal, es sólo correr un año en nuestro calendario cualitativo.
Leía estos días a un periodista sevillano que la nochevieja "se cuela por las rendijas de la televisión y se mete de lleno en el salón. Refritos indigestos amenizan la sobremesa con cantantes que nunca nos interesaron y que resucitan para la ocasión. Menos mal que al día siguiente nos regalarán la cursilería del concierto vienés y el aburrimiento absoluto de los saltos de esquí".
La invisible línea que separa un año de otro es más artificial y monstruosamente hipervalorada que real. La tele nos hace esclavos de costumbres. Creo, como tú, que lo único que hacemos es desear, eso sí, todos a una, que el azar no nos estropee los planes.
Feliz 2010
Mantengo la teoría de que los telediarios, a falta de nuevas, tiran de tópicos en días señalados. Nunca faltan los premiados con loterías ni los bañistas en ríos helados en año nuevo.
Descreído sigo pese a todo, Emilio. Y pasan cosas...
Es un día especial aunque lo miremos con ojos rutinarios. Es verdad que tiene algo mágico, pero a veces es mejor no caer en ese "misticismo" tonto de las cosas, ex-compi...
Buena reseña, amigo Pedro. La línea invisible de la que tan bien hablas es resbaladiza, además de invisible. No la ves, pero cuando la pisas lo normal es que te pegues una hostia considerable, con perdón por escribir considerable. Se hipervalora monstruosamente. Es el oficio de estos tiempos: engrandecer lo pequeño, darle alas a lo que no merece vuelo. La tele es un hechizo. Nos hipnotiza: nos deja k.o. Que el azar nos premie nuestra indiferencia. Abrazos... Y, días más tarde, feliz año a ti y a los tuyos...
El fondo de armario, Álex, que ahora parece estar de moda. Nunca faltan archivos, imágenes canjeables en prime-time. Y pasan cosas. Lo sé, me alegro de saberlo. Abrazos, my friend.
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