Siempre vi al Gran Wyoming como un desubicado. De alguna forma todos los presentadores con carisma lo son. El carisma, en lo bueno y en lo malo, se mide por la cantidad de comentarios que uno va dejando por donde pasa. Lleva unos días el hombre de La Sexta en el frente de la polémica (lo suyo, a qué engañarnos) por una broma que le gastó a una becaria. Una vez decodificada, revelado el interés lúdico, tiene menos gracia todavía. La televisión es un ente canibal. Uno entiende que los que trabajan en un medio tan público, de exigencias tan inmediatas y fama tan volátil, deben acudir a trucos de prestidigitador para encandilar a una audiencia cada vez menos interesada en la magia y en la exhibición hueca de estos saltimbanquis (noble oficio) de la farándula. Wyoming, una vez desacoplado de su reverendo, va siempre por libre, vendiendo su ideario progresista a quien consienta su labia ocurrente, su teatralidad, ese vértigo en las palabras más propio de un charlatán de feria que de un periodista cuajado, serio y cabal. Nada de eso preocupa al estajanovista (cuando le dejan) caricato.
Mi abuela usaba la palabra caricato para esta caterva de graciositos con fondo intelectual que tutelan nuestro ingreso diario en el mercado menos formal de la información. Si uno quiere periodismo de hondura, tiene otros paladínes de la noticia. Wyoming (con Buenafuente, pongo por caso) es un animal de supervivencia, al que no le importa en exceso quién le pague si en la soldada no le roban sílabas ni planos ni esa querencia suya a decorar el desorden moral de Occidente con el suyo propio de modo que el menú (la breve degustación que ofrece) sea una especie de invitación a la reflexión, pero trufada de humorismo, muy a la americana, en sintonía con los cómicos de café-bar que desplegaban un periódico y daban cumplida cuenta de los males del mundo sin dejar por un momento de hacer sonreir (que ya es difícil) al respetable público congregado. No sé si el Wyoming mantiene la sonrisa o incluso abre la puerta a la risa limpia, la desprejuiciada, la que no atiende a colores ni a credos. A mí me hace gracia en ocasiones. En otras, me aturde, me derrota su onanismo fonético, ese encantado de conocerse uno con el que nos invita a conocernos a nosotros mismos. Su blog, al que entro una vez por semana, al menos, no parece (a lo leído) extensión del cómico televisivo. Se ve un Wyoming más en la brecha: la televisión crea un periodista y el medio escrito lo borra y sin renunciar a su filosofía alumbra otro.
Empachado como está el hombre Wyoming del hombre Aznar y de su muy televisada señora, empachado como está de fanatismos católicos y de grescas populares (de PP), empachado como está de esa gente cazurra que vive en continua avinagramiento y no ve las gracias y los dones que la sociedad del bienestar nos regala, empachado de Esperanza y de espectadores pasivos, se entiende que Wyoming necesite (para provocar, no se equivoquen) una estrafalaria salida de tono con el episodio servido en su programa El intermedio en el que agrede verbalmente a una becaria al punto que puso en pie de guerra al gremio de periodistas y a todo hijo de vecino con algún dedo de frente racional. Que todo haya sido un engaño no le excusa. La televisión exige reclutas avispados, gente con ideas rocambolescas, propuestas de riesgo y hasta manipulaciones como ésta con tal de que la audiencia se siente, escuche, vea, comente y luego, da igual, en serio que da igual, despotrique con todas las de la ley contra el autor de la barbarie que se han metido entre pecho y espalda. Pero se la han metido. Y eso es lo que el bueno de Wyoming, muchos años, José Miguel, en pantalla, conoce a la perfección. El circo debe continuar y a este maestro de ceremonias le viene pintiparado el traje de domador de incautos. Ya está dejando de hacerme gracia. Se le agradece las complicidades pasadas, los ratos compartidos en azoteas y desenfrenos CQC... Otros tiempos, tal vez mejores.
10 comentarios:
Tienes razón pese a que me duela decirlo,pues me encanta el Gran Wuayoming. Me parece inteligente, y como bien dices deshubicado sobre todo. Me enteré ayer por la radio de la broma, y la verdad que solo balió para llamar la atención. Perdió muchos puntos.
Un saludo.
no tengo claro si wyoming debería haber entrado al trapo o no.. lo que si que tengo claro es que les ha marcado un gol a los de intereconomí.. y por toda la escuadra.
Inteligente como pocos, de vuelta de todo este negocio del entretenimiento. Al fin y al cabo, este Wyoming viene del otro, del que echaba noches de humor y música en tugurios de buena muerte, como dice un amigo mío. Saludos, Juaco.
Jefe Dreyfus, no tengo yo tampoco eso del todo claro. Entró, y además echa cuerpo para torear lo que le echen. Está hecho de buena madera y sabe lidiar estos vendavalillos mediáticos. Convienen igual.
Me sigue gustando su locuacidad, su lengua locomotora, su mordacidad. Pero no me entusiasma como alguna vez lo hizo. Perdió mucho CQC cuando él dejó el barco, eso sí.
Un saludo.
Es así, lo has clavado, Emilio. Un charlatán a sueldo del poder que se ríe de sí mismo como arma infalible para vencer a los que son incapaces de hacerlo. A mí me cae bien (más o menos) por esa naturalidad tan innatural suya. Oficia como esbirro ideológico sin negarlo (no podría). En cierto modo es honesto, cosa de la que la mayoría no puede presumir.
El vídeo de la becaria (que pude ver ayer) me parece lamentable. Urdir trampas para que caíga en ella el enemigo sólo es asumible en estado de guerra. Y lo suyo con los tipos de Intereconomía es una guerra. De ese modo legitima su acción. A mí me asqueó, pero sé de primera mano que a los sociatas les extasió y que a los peperos les repugnó. Y como no quiero de ningún modo quedarme del lado de los peperos, me quedo en medio, como siempre.
Wyoming es un locuaz incontinente, da igual el medio en el que esté. En la radio perdería. Gesticula, enarca las cejas, improvisa muecas. Es un actor que ha optado por rebajar la tensión de lo dramático y afiliarse a la comodidad del formato televisivo. De cualquier manera, se le excusa el exabrupto. Que lo fue.
Álex, charlatán , claro, de los grandes. Puesto a estar en un rincón del cuadrilátero o en el otro, me pido (en estos tiempos) una silla de espectador. En caso necesario, salgo y echo la mano a un púgil, pero ya está uno cansado de desencantos. Wyoming sigue en el ring. Dando lo que sabe. Y hay que reconocerle habilidad infinita para generar polémicas. Es un animal televisivo. En todos los términos. La Sexta hoy, y mañana donde acepten su carta de presentación.
Pues yo me acabo de enterar por público.es, he visto el vídeo y el follón que armó. !!Tampoco es para tanto!!!
Siempre me ha parecido un tipo excelente, y es de los pocos programas de noticias (el que hace en la sexta) que he visto alguna vez en la tele, aunque no quieras te ries....
Saludos
luisa
Wyoming me cae como el culo. Es un esbirro del poder sociata y no se puede poner a disimular. Le caen gordos los curas y los peperos y a mi me cae gordo él. Tiene mi perdón y yo tendré el suyo. Somos civilizados en nuestras diferencias. Juan Antonio Merino Mayorgas
Su "excelencia" , que la tiene, no le da poder para manipular. Esto es una manipulación de la que ahora La Sexta está sacando mucha tajada. Yo seguiré viéndolo con una sonrisa en la boca. Es un tío majo, un verboso, un animal televisivo, y quedan pocos, Luisa... Gracias por entra
r.
En el juego de la caída de gordos no hay cartas ni reglas. Todos tenemos derecho a poner a parir a quien queramos. Y viceversa. Ni es un esbirro ni un autónomo. En el término medio andamos casi todos. Saludos, Juan Antonio
Héroe o villano, están diciendo ahora en La sExta, que dicen que les ha venido de perlas para subir audiencias. Insultos, escándalos, morbo, lo que sea, por una buena audiencia. Eso están diciendo: márketing elevado a la enésima potencia. Unos genios, en lo suyo.
Publicar un comentario