Pensé que no eran Angie Dickinson y Howard Hawks o que no era una fotografía del set de rodaje de Río Bravo y reconozco que me costó mucho ese engaño, pero una vez formateada la experiencia personal, la imagen se disfruta de otra manera. Parece que el hombre regaña a la mujer: le puede estar diciendo que no está bien andar con esas ropas por la calle, aunque tampoco parece una calle el lugar en donde hablan.
Luego está eso de que el tipo esté sentado y ella en pie. O que el tipo, que empieza a ser un sujeto detestable, lleve escrito en la silla lo que parece su nombre. Y cuando dejas la fotografía, la señorita de los tacones altos y los shorts (que no sabemos que es Angie Dickinson) te acompaña todo el día. La ves en la cola en la farmacia. En el paso de peatones. No ves a Howard Hawks. Juro que no lo vi ni una sola vez, pero no puedes evitar pensar en Angie Dickinson, y eso que no lleva su nombre impreso en ningún sitio. Te molesta (incluso) que el hombre esté sentado. Hay una posición de dominio absoluto. Te duele la imposibilidad de defensa de la mujer. Su pudorosa actitud de obediencia.
Y no podré evitar pensar en todo esto cuando en pocos días (me lo he prometido) saque del archivo casero el DVD de Río Bravo y me encuentre de nuevo con John Wayne y con Dean Martin, que ahora que lo pienso debían andar fuera de campo, a izquierda o a derecha del objetivo indiscreto. Todos lo son. Howard Hawks nunca me cayó tan mal. Hitchcock, en parecida situación, supongo que hubiese sido más inquisitivo (cruel) todavía. ¿Y Wilder? Berlanga, qué buena persona, qué luminoso faro en el barbecho sensual del franquismo, seguro que estaría disfrutando muchísimo de tenerla en el rodaje. Muchísimo, seguro.
2 comentarios:
Hawks disfrutó de ternerla cerca, eso seguro. Era un mujeriego confeso que amaba a las mujeres por encima de todo. Sólo les era infiel cuando rodaba. Eso del cine pega mucho. La Dickinson fue el animal más bello del mundo durante un breve periodo de tiempo. En "Río Bravo" su presencia estremecía y casi alejaba del pecado a los demás por caer en otro.
Ignoraba que Hawks fuese mujeriego: la fotografía, vista ya en detalle, objetivamente, con la biografía en la mano, adquiere un tono distinto. La Dickinson es un animal bellísimo. Sin biografías. A Hawks le añadimos esa etiqueta. Mujeriego. A la hembra (qué burro me estoy poniendo) no le colocamos etiqueta alguna. Vale como diosa de alguna religión perdida, orgánica, telúrica. Abrazos, my friend.
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