No sé si lo peor está por llegar. Se tiene una impresión hondamente pesimista de todo esto que está pasando y se acentúa cuando una ceremonia festiva de un asunto festivo (el cine es la festividad de la inteligencia y de la belleza, aunque también un negocio o una industria) cae en una declaración política, en un escaparate donde nada (al menos ayer) eludió involucrarse, y fueron cayeron las críticas a Wert, que no estaba, y hasta hubo quien, en mitad del agasajo, pidió decidir por ser mujer. No se veía venir tanto escrache semántico, pero lo hubo. Y tal vez fue la señal por la que se puede apreciar el lamentable estado de las cosas en el que estamos. No viene a cuento eso de que la gente de la farándula, tan cómica ella, tan dramática cuando se pone, disfruten con estas cosas: a ellos se les brindó anoche un auditorio e hicieron un uso formidable del mismo. En una ocasión, dejé aquí escrito que tal vez no fuesen los Goya el escenario más apropiado para manifestarse. Ahora dejo constancia aquí de que es el mejor de los escenarios. Todo se hizo con mesura, todo fue bien declamado, todo se expresó como debía. Y dio lo mismo que Wert no estuviese allí, aguantando el chaparrón: se lo contarán, lo leerá, comprenderá o no comprenderá, pero así fueron las cosas. Quedó un poco relegada la fiesta del cine, aunque estoy seguro que los agasajados darían por bueno que incluso se anulase si con el sacrificio ganase la cultura o ganase la industria, que están aquí de la mano y van juntas a beneficio del espectador, que lo contempla todo un poco sobrepasado, como si estuviese más pendiente de lo que va a decir el próximo premiado sobre el gobierno que de otra cosa. Los de las farándula son gente buena, en el fondo. Gente hecha a que la escrachen por la calle, ustedes me entienden. A que les digan las barbaridades inherentes al famoseo que exhiben. Tiene que ser muy difícil ser un Bardem en un país en donde los bardems nunca son festejados. Se les recrimina que se manifiesten o que una parte de su vida no coincida punto por punto con el programa político del que son militantes entusiastas. Al gremio de los actores (y de las actrices, por supuesto) se les tiene a veces poco en cuenta. Ya se sabe que este oficio ha tenido siempre muy mala prensa. Hace no mucho tiempo ser actriz era casi como ejercer de puta. Al cine va todo el mundo, pero nadie tiene interés en defenderlo. Es un producto desechable. No forma parte de la cultura de una sociedad. Todavía no. Los Goya son siempre un espectáculo que bascula entre el bochorno y el escándalo. Bochorno porque se haga mal y los presentadores la pifien (anoche Fuentes no pasó de una poca inspirada retahíla de lugares ya vistos sobre Wert y un par de piruetas verbales sin gracia excesiva) y escándalo porque siempre hay un ministro al que abuchear. Siempre no, claro. Anoche Wert mandó a la mierda a los que lo abuchean y se quedó en casa tan ricamente. Y todo se deslució una barbaridad. El ministro, el abucheable, le daba empaque a la gala, le procuraba un plus de irritación visible que anoche no fue tal y solo quedó en palabras. Las hubo muy dolientes y las hubo muy sensatas. Quedarán estos Goya en eso: en la amargura de la gente de la cultura. No es que algunos se quejaran y otros no: hubo un consenso en la tristeza, en el dolor al sentirse en el desamparo. El año en que todo vaya bien y el ministerio de la cultura de verdad la fomente y la mime no sé qué será de los Goya. Tendremos que fichar a Billy Crystal.
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6 comentarios:
Wert es el que nos une. No lo critiques.
Wert ayer fue el gran protagonista, da igual que fuera a la Gala o no fuera. El problema con Wert no es sólo que mande a la "m" a los que le abuchean, es que está mandando todo a la "m".
Asco y miedo en Spain
Si Crystal criticase a Wert, Wert asistiría encantado. Siempre ha habido clases. Entre los cómicos, naturalmente. Abrazos
Es triste que el cine, ese creador de sueños, se vaya al garete en España, pero lo realmente triste es que toda la Cultura ha quedado huérfana de posibilidades y de objetivos. No es sólo Wert quien la ha desterrado con su falta de interés por defenderla, es todo el Gobierno el que ha decidido prescindir de lo ya cosechado y del abono de la nueva siembra.
Todo muy triste en el fondo.
Lo que da pena es la frivolidad de quienes mandan, el poco empeño.
Tampoco llueve a gusto de todos. Como siempre. La lluvia que cae no es de mi gusto.
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