La política es un alucinógeno. Peyote en el córtex cerebral, en el lado cultivado de la masa gris. Cantidades masivas de alimento verbal. El
gobernado, a fuerza de ingerir fármacos legislativos, confunde la realidad con el Boletín Oficial del
Estado. Ebrio de decretos, hechizado por la
oratoria de quienes administran su destino, el administrado se convierte en
un adicto a la narcosintaxis y se ciega de programas y de promesas cada
cuatro años, que es el umbral natural en el que el político se mira al
espejo y observa el estado de conservación de su sonrisa y la prestancia
orgánica de su gesto.No es que haya desafecto por la política en España.
Splash es una abominación televisiva en la que una caterva insulsa de famosos se lanzan desde un trampolín a una piscina. Me espanta que sea lider absoluto de audiencia en su franja horaria, pero quizá (a decir de unos cuantos tertualianos a los que escucho en la radio) solo pretenda apaciguar la ira del pueblo, aderezar el caos con las frivolidades que adiestran al espíritu y lo rebajan a su condición más ínfima, la que solo desea el volcado de todo lo irrelevante, lo que no exige la tiranía del raciocinio. Splash es otro alucinógeno. Peyote con cloro. Cantidades masivas de estulticia. El entretenido, a fuerza de ver cómo cae Falete o Jesulín de Ubrique desde la insoportable altura de su gilipollez, confunde la realidad con el circo. Estamos a expensas de cuatro franquicias. Ninguna estimula el arte. Las que lo fomentan, en la mayoría de los casos, no hacen caja. No se hace negocio con la cultura. No, al menos, el tipo de negocio que llena las arcas. Y queremos eso. Que se llene la alforja. A medida que se llena, se vacía la integridad cultural de un país. El nuestro, a lo visto, flaquea por ese flanco. Si solo fuera por ese.
Splash es una abominación televisiva en la que una caterva insulsa de famosos se lanzan desde un trampolín a una piscina. Me espanta que sea lider absoluto de audiencia en su franja horaria, pero quizá (a decir de unos cuantos tertualianos a los que escucho en la radio) solo pretenda apaciguar la ira del pueblo, aderezar el caos con las frivolidades que adiestran al espíritu y lo rebajan a su condición más ínfima, la que solo desea el volcado de todo lo irrelevante, lo que no exige la tiranía del raciocinio. Splash es otro alucinógeno. Peyote con cloro. Cantidades masivas de estulticia. El entretenido, a fuerza de ver cómo cae Falete o Jesulín de Ubrique desde la insoportable altura de su gilipollez, confunde la realidad con el circo. Estamos a expensas de cuatro franquicias. Ninguna estimula el arte. Las que lo fomentan, en la mayoría de los casos, no hacen caja. No se hace negocio con la cultura. No, al menos, el tipo de negocio que llena las arcas. Y queremos eso. Que se llene la alforja. A medida que se llena, se vacía la integridad cultural de un país. El nuestro, a lo visto, flaquea por ese flanco. Si solo fuera por ese.
5 comentarios:
El otro día vimos al "Brujo" en su último espectáculo, "Las mujeres de Shakespeare", en Córdoba. Se dicen muchas cosas en dos horas de monólogo. Se quejaba del 10 % de IVA al fútbol frente al 21% al teatro. Lo que tú dices: la cultura, el arte, no llena las arcas. Y confundir la realidad con el circo, ya sea en la televisión o en el campo de fútbol, es menos peligroso que el teatro. Malos tiempos para la libertad.
Tengo la suerte de no ver determinadas cosas en la TV, nunca me han atraído, ni siquiera como un chute de olvido o de desintoxicación de la peor realidad. Para eso prefiero el vino.
Malos tiempos para casi todo lo que nos hace mejores y más libres. Buenos, Manolo, para la mediocridad.
También la tengo yo, Isabel. Vi Splash, ese engendro acuático, de refilón. A3 revienta su parrilla, incluso en telediarios, bochornosos, con anuncios de esta cosa. Yo también prefiero el vino. Incluso abusando de él, hace menos daño.
Hace años que huyo, como de la peste, de semejantes estupideces. Desgraciadamente abundan como mala cizaña y cada vez resulta más difícil entretenerse con la "caja tonta". En casa las 21'30 nos hacemos cargo de la realidad española con el Gran Wyoming. Luego, anonadados por la crudeza de lo que esta sociedad nos depara, buscamos algo potable o nos dejamos caer en manos de Morfeo.
Pedrodel
Cada vez veo menos la tv, una afición que hace tiempo que practico poco o nada y más con mi compromiso por desinformarme, soy más feliz, mucho más.
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