fobia.
De
la teofobia a la teofilia media un sufijo. Tenemos esa manía de
explicarlo todo y recurrimos a los sufijos o al índice de precios al
consumo. Supongo que es una consecuencia de la cultura, de la poca o de
la mucha que tengamos. En mi opinión, observando con detalle las fobias y
las filias que padecemos o que disfrutamos, podríamos prescindir, en
ocasiones, de la cultura. Ágrafos y lerdos, viviríamos mejor. Lo digo
completamente en serio. Anoche, distraído con las etimologías, inclinado
a esa idea maravillosa de no acostarse uno sin haber aprendido algo
nuevo, busqué en el google el nombre que reciben algunos de los miedos
que nos escoltan durante el día y que tutelan, emboscados en la niebla,
nuestros sueños. El amable lector, el de ánimo lúdico, podrá retirar el
sufijo fobia y colocar, en cada caso, el sufijo filia. De ser un teófobo
a un teófilo no media un capricho lingüístico. Entre una y otra forma
de entender las alturas celestiales o las honduras del espíritu se
pueden advertir con absoluta nitidez algunas de las más nobles o de las
más mezquinas aventuras que ha perpetrado el hombre desde que abandonó
la torre de Babel y puso franquicias por el mundo.
sigue leyendo, por favor, en Barra Libre.
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