No hay indicios fiables de que tengamos que morir algún día. Sé que me contradicen la barba blanca y el cansancio advertido en los músculos. Aprecio en lo que me cuenta la memoria, la blanda memoria poblada por sordas linternas. Las certezas más hermosas de este mundo están ahí, en la memoria, a cobijo, tuteladas por un mecanismo que no terminamos de entender nunca. Sabemos que fuimos felices o muy desgraciados por el hilo argumental que nos ofrece la memoria. Por su prodigiosa manera de enredarnos y hacernos creer lo que le conviene o lo que nosotros convenimos que, a fuerza de padecimientos, nos agrada o, en el menor de los casos, no nos incomoda en demasía. No hay indicios de que tengamos que dejar este mundo. Sabemos que va a ser así por la experiencia de los demás, pero no por la nuestra. Es absurdo este barrunto mío de lunes por la noche, un poco cansado, pero no se me ocurren argumentos con los que derribarlo. La vida parece eterna mientras se vive. Luego lo que fue vuelo y luz deviene mansamente amable sombra, peso gris, pero ahora mismo, a este ahora hermosa de la noche en que todos están ya a punto de dormirse o están dormidos ya y yo tecleo en el ordenador (mientras suena muy bajito un disco de Wes Montgomery que me encanta) nada indica que esta felicidad vaya a truncarse. Nada avisa de que este maravilloso juego finalice. Soy inocente a sabiendas, que es una forma estupenda (no me lleven la contraria) de ser gilipollas a oscuras. Solo veo lo que me interesa. En este instante el sublime gozo de la guitarra de mi amigo Wes y la noche, arriba, cercándome, amorosamente. Ha sido un buen día, a pesar de todo. El Roto me abrió la mañana con una viñeta suya (que he colgado en mi facebook) en la que se planteaba la posibilidad de que pensar sea una dolencia mental. Estoy hoy muy dolido. He pensado mucho y no todo ha sido placentero. Pensar, ya lo he escrito muchas veces, es una actividad de riesgo. Me encanta zambullirme en mis adentros, buscarme, encontrarme, perderme, no saber, no necesitar saber o querer saberlo todo por un momento. La memoria, la puta, se encargará de borrarlo. Todo es un juego del que no siempre controlamos todas las piezas. Buenas noches.
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3 comentarios:
No se podría esperar menos de un activista mental. Tu memoria es un bomba de relojería que se activará con la última palabra. Aun así, recuerda que no hay inmortalidad sostenible: Las más bellas estrellas son las fugaces.
Buenas noches y buen Montgomery
No sé si pensar es una actividad de riesgo pero, si lo es, me alegro haber llevado el riesgo al límite en muchos momentos de mi vida. Dejarse triturar por las hélices de la mente puede ser el sacrificio perfecto.
Hola Emilio: tú sabes que yo lo de escribir no es mi fuerte , pero dame un cartón y te hago un tio-vivo jeje. Te comento, como sé que te gustan las curiosidades, estoy poniendo en mi espacio " cosas de la historia" pequeñas anécdotas ...por si te apetece .Abrazos
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