Habrá quien se emocione al ver a su candidato brincar en un escenario, jaleado por los acólitos, en la creencia de ese gesto espontáneo lo baja al terreno de lo más acendradamente humano. En el fondo no se tiene casi nunca una idea emocional del candidato. Los asesores, al saberlo, le susurran gestos casuales, le confían la mecánicade los afectos y le certifican, a pie de escenario, la bondad de su credo. Se tiene del candidato una impresión a menudo lejana, de intermediario necesario entre la política, es decir, el Estado, y la calle, es decir, el pueblo. El desafecto entre lo uno y lo otro no se palia a saltos, brincando en un estrado mediático, pinchando la señal el youtube y los tuentis, el facebook, Antena 3 y el boca a boca, que funciona siempre de maravilla y hace que un gesto casual, insistimos, un detalle más o menos improvisado, cale en el electorado y extraiga el voto del indeciso y se lo reafirme al simpatizante o al que militan en las filas del que brinca, a mayor gloria de Eva Nasarre
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5 comentarios:
El algoritmo infalible... Un programa que no se cuelgue nunca, un gestor implacable, justo, insensible a las emociones, una especie de Alien, el octavo pasajero, perfecta criatura simbiótica sin conciencia, diseñada para matar o en este caso para gestionar un país en estado crítico.
Vamos, Emilio, alucino por donde llevan los meandros pensantes de la izquierda... La derecha no piensa tanto, Va a lo que va y punto. Tal vez sea lo que necesitamos ahora. Nunca he visto a la izquierda tan desnortada como ahora. El 15-M pareció insuflar aire fresco al debate, pero ahora tengo la impresión de que es irrepetible, que ha envejecido en pocos meses... La izquierda está rota y sin referentes. Y no sé qué es peor: si ver brincar a Rajoy o soportar un mitin de Cayo Lara, que anda eufórico diciendo que es la única izquierda que parará los pies al PP. De paso no sabe si Cuba es una dictadura, tendrá que pensarlo.
Brinquemos todos, pues.
Al bote, al bote, tonto el que no bote (no confundir con vote).
a) No hay evidencias, al menos en lo aquí escrito, que este escribiente sea levógiro. Tampoco este furibundia contra el que brinca demuestra que sea dextrógiro.
b) El asunto Algoritmo no deja de ser, quise eso en un principio, luego todo se desmanda, claro, un principio de ironía en un debate que me tiene completamente hastiado. El hastío es el que habla, no yo.
c) No se pone a un alien sin conciencia en La Moncloa, por Dios. Sensibilidad, emoción: en el fondo se busca eso en el que preside, pero con guiños sentimentales no se gana una elección. O sí se gana. Ese es el asunto.
d) Un mitín de Cayo Lara, bien pensado, aturde más que un brinco de Rajoy. Todo es matizable. Depende del color de la corbata. Ah, Cayo no usa corbata.
e) La parte que más me gusta de esta réplica, amigo Joselu: un abrazo.
Desquiciada está la política como para que no le metamos un poquito de ironía, en efecto. Al desquicio, desquicio. No creo que Emilio haya vendido al Alien superprotector, insensible y superprotector, pero tampoco lo vería yo mal si nos saca del bache. No sé. Un mitin de Cayo Lara, qué terrible debe ser, un coñazo, puro coñazo. Un saludo sin acritud.
Está al caer el reverso tenebroso. El lado oscuro, o es el lado feliz.
Juzgue el buen lector.
Cayó el segundo
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