3.9.11

El jazz es un hilo invisible que recorre cientos de kilómetros



Jazz en una tarde gris de sábado en Córdoba, abalconado en casa de mis padres con un móvil en la mano, mirando las casitas del Campo de la Verdad, viendo cómo el gris de las nubes cubre tejados y presagia quizá un arrebato minúsculo de lluvia, escuchando un concierto de Javier Denis que ocurría en ese momento unos kilómetros más al sur. Hay otras vías de paladear el jazz, pero ésta posee la virtud de la improvisación. La misma improvisación sobre la que se fundamenta el jazz. El procedimiento es sencillo, pero no siempre lo sencillo está reñido con lo sublime, con lo que trasciende: arrima uno el móvil al escenario y deja que la música fluya, aunque la batería se descargue del todo y no lleguemos al final de la pieza. Se oye a lo lejos, Paco.

3 comentarios:

Olga Bernad dijo...

El jazz se parece a vivir, improvisar es una virtud. "El procedimiento es sencillo, pero no siempre lo sencillo está reñido con lo sublime". Pues tiene usted razón.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Es muy difícil improvisar. Se improvisa cuando se domina la técnica, cuando se conocen las reglas, cuando hay una disciplina debajo, Olga. Lo sencillo es a veces enemigo de la simpleza y se hace de repente embajador de la belleza, de lo sublime. Un abrazo.

BoquerónVitoriano dijo...

Por un lado cuatro buenos músicos improvisando en el escenario. Por otro lado, a muchos kilómetros, en el Campo de la Verdad un hábil componedor de canciones sin música conspirando con las nubes. En medio, de todo esto un dedo pulgar que se mueve, click, click y ya está, todo queda conjugado, todo se interconecta y se crea un momento mágico, un bonito momento que se ha originado de forma totalmente improvisada.

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