En Ushuaia escribiría la novela de mi vida, la abandonada, la empezada diez veces o quince veces, la que anoche cerré y prometí no volver abrir hasta el próximo verano, pero en el faro del fin del mundo, en el faro de Ushuaia, quizá podría centrarme o descentrarme del todo y crear. Porque escribir en un blog no es crear. Ni siquiera hacer un cuento al mes o dos al año. El escritor se curte en plan decimonónico. Y yo necesito perderme del mundo durante un par de años, es un decir lo de perderme y de que la fuga dure un par de años, y dedicarme a manuscribir (a mí lo del ordenador me gusta para el gmail y para el blog, en serio) la novela de mi vida. En Ushuaia. Hoy he visto en mi chivato de visitas que un amable lector del fin más apetecible del mundo ha entrado en El Espejo. Lo he celebrado buscando en la Red una foto del faro. A mi amigo José Antonio le va a encantar. Hoy su princesa de hojalata ha publicado fotos de faros de la costa suroeste de Francia. No le va a la zaga a éste, pero Ushuaia es especial. ¿No es cierto, amigos?.
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5 comentarios:
Veo que han visitado tu blog desde el fin del mundo. La primera vez que pusieron sus sombras en mi casa de mentira pensé en el destino. Las señales, ya sabes cómo soy. Luego volvieron cuatro y cinco veces, pero no fue igual.
Ushuaia es otra cosa, dices bien. Visitamos cinco faros y medio, entre ellos al que llaman Rey de los Faros (Cordouan, que es realmente impresionante), pero su carnalidad no puede sustituir el lugar que el Faro del Fin del Mundo ocupa en mi fantasía. Allí se podría vivir, alejado de todo, y escribir y pensar y, de algún modo, renacer. O tal vez no. Tal vez todo deba permanecer en el círculo cerrado de nuestra fantasía a riesgo de que lo material lo corrompa.
Hermoso texto, Emilio.
Es un refugio el faro, uno como pocos. Una especie de gran útero frente al mar en el que se desea no ser encontrado, no ser molestado. Como un corazón a salvo de la sangre. Bombea eternidad.
No tengo blog pero si tuviera uno, quiero uno como este, sin quitarle ni una foto ni unapalabra. Me quito el sombrero, sr. CaLVO, por su asombrosa facilidad de palabra, por su gusto exquisito en los temas, por su tenacidad en el tiempo. <no se ruborice. Siga escribiendo tan sólo.
Se excede Tauroman, pero siga entrando, leyendo. De eso se trata al final. Gracias.
Quiero tener un amigo farero.
Paco
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