14.10.13

Fenomenología de la mediocridad o cómo Marilyn y Hegel fueron abroncados por Wert en la barra de un bar




Sospecho que el ministro Wert tiene sentido del humor. No hay ninguna evidencia que contradiga esa idea mía de que debajo de lo visible está el humor. Las personas, en comparecencias públicas, suelen callar lo más acendradamente humano que poseen, se cuidan mucho de que lo privado no aflore, de que la calidad humana (lo íntimo, lo compartible) no distraiga del cometido de su discurso. El de Wert no es de ninguna manera grato para casi nadie. Creo que ni siquiera para él, aunque venda su moto con absoluta convicción, creyendo en todo momento en la bondad del producto. No ha habido, que yo sepa, constancia mediática de un político que se salga demasiado del guión, pero ésos son los que ganan adeptos y hacen que sus causas prosperen. Un poco como Rivilla, ese señor cántabro que es un showman en sí mismo, sin que intermedie una cámara o habiéndolas a cientos. La política persevera a costa de que se sacrifique el lado humano. Por eso Wert no puede mojarse en lo que pregona y solo transmite insulsamente un inventario atropellado de medidas que, a lo visto, van a ser demolidas en cuanto la oposición se apoltrone cuatro años en el poder. Y no avanzamos.

Sin entrar en detalles, la LOMCE no es la gran Ley de Ordenación Educativa en la que confiar o sobre la que apoyar el futuro. Es otro fracaso más (no la ha sufragado nada más que el partido que la ha diseñado) y lo es sin menosprecio de que, en su cuerpo legislativo, albergue aspectos valorables. Cito ahora uno que me parece remarcable: que no se pase de curso sin que se aprueben las materias instrumentales. Cito también el valor que da al esfuerzo, asunto que otras leyes derogadas no miraban con tanto fervor. No hay nada que sea enteramente bueno o malo, nada que no aliente valores sustanciables, iniciativas racionales, conductos viables para que se alcance ese bien deseable, la educación de calidad que la sociedad exige. No sé qué sociedad tenemos. Si es una que solo ahora, habida cuenta del roto grande del traje que la viste, se esmera (manifestaciones, consenso entre distintos, sensibilidad ciudadana) en corregir los errores, en producir un modelo durable, fiable, del que no se condena nada en exceso y al que se aferren, sin marcas partidistas ni intereses bastardos, unos y otros, en aras de un bienestar mayor, útil para todos, beneficioso para quien comprende que la educación es la única llave del progreso. Es probable que sea esto precisamente lo que falle: que no se haya comprendido la importancia de educar y de prestigiar el esfuerzo pedagógico. Los maestros somos una especie continuamente zarandeada. Nuestro oficio es un pato de feria al que las escopetillas de plomillos se afanan en derribar y a lo que lleva este atropello en lo pedagógico y en lo pecuniario es que la escuela, la pública, siga ocupando corrillos en los supermercados, conversaciones casuales en las barras de los bares, en las que siempre pierda el maestro o pierda el colegio como institución. Hasta que no exista un convicción fuerte de que con las cosas de la educación no se juega, no se legisla a la ligera o no se recorta cazurramente no habrá progreso verdadero y seguiremos en esas listas terribles de países ocupados todavía en desescombar la cultura, en demostrar a los otros que el tiempo se ha detenido dentro de sus fronteras y que seguimos, pese al gol de Iniesta y al número uno de Nadal, en el furgón de cola del mundo civilizado. Del otro, del pobre, del que se bate en duelo por el hambre o por las guerras, no se hacen estadísticas. El estómago vacío no se alimenta con libros, aunque haya por ahí un libro (Javier Lostalé, creo) cuyo título viene a decir que vivimos más si leemos. De ahí, muy probablemente, que Wert, el ministro de su ley, no exhiba una brizna de humor o lo expulse de su cuerpo socarrona y bastardamente, en plan cínico, como lo hacen en ocasiones los políticos cuando se ven cercados, expuestos, vulnerables. El botín es el futuro. De eso se habla cuando hablamos de educación. A eso conduce el saqueo. Anteponer intereses partidistas al bien general no es un procedimiento de nuevo cuño: ha sido moneda de cambio habitual, el signo de unos gobiernos a los que les cegó el poder y que emitieron leyes que, en la mayoría de las casos, solo estaban formuladas para enterrar las leyes que las precedieron, ad nauseam.

Creo firmemente en el humor. En el de Wert, si lo tiene, y en el de el posible anti-Wert que hiberne en algún lugar, a salvo de la quema de los medios, preparado para liderar algo, no sé, una visión humanista de las cosas, un retorno a la bondad, un hacer que todo prospere sin que unos salgan muy perjudicados y otros, en este caso, en tantos, muy beneficiados. Pero lo que me duele más adentro, aparte del tema recortes, tan familiar, literalmente, es que la ley de marras se haya cebado con la Filosofía, con la Ética, con todo la bendita metafísica. Será que no hay sitio para las cábalas del pensamiento y todo debe ser práctico, de utilidad inmediata, de efectos visibles al poco de inyectar una medida. La Filosofía, la que yo amé y a la que todavía me entrego cuando puedo, está desahuciada. A Wert o a quienes lo asesoran o a todos, en alegre comandita, les vino bien eliminar la Historia de la Filosofía. Relegada a ser una optativa entre muchas, la Filosofía, o una buena parte de ella, pasa a ocupar el mismo rango academico que la Religión, que ha sido escalafonada a un rango que hace tiempo que no tenía. Otro asunto es si de verdad merecía la pena eliminar de un plumazo (abruptamente) una asignatura como Educación para la Ciudadanía en Primaria. Supongo que hará daño. Eso de hablar de la dignidad o de la justicia o de cultura no cuadrará en no sé yo qué cabezas. No sé en la Secundaria de pago qué harán, pero en la pública no se puede borrar algo tan de fundamento para que un país, España, este mismo, prospere, no se arredre ante la adversidad (económica, moral, la que sea) y encuentre su lugar en el mundo. El nuestro, como nación, está en entredicho. No porque haya un índice de paro escandaloso, infame, o porque peligren las pensiones (en treinta años el 35 por ciento de la población será mayor de 65 años) sino porque estamos desvalijando el futuro.

Si estrangulamos a Kierkeegaard, a Kant, a Epicuro de Samos y a la madre que parió a mi querido Nietzsche (qué buenos ratos me diste, en tabernas, en bibliotecas, en mi cama de noche, mirando al abismo y dejando que el abismo me mirase) estamos quitando de enmedio la biblia del pensamiento, una biblia mucho más importante que cualquier libro de cualquier creencia religiosa, uno que ha hecho que seamos esto que somos. Claro, viendo lo visto, quizá no hayamos llegado demasiado lejos. En cuanto nos distraemos un poco, llega un funcionario asustado por el cariz terrible de los acontecimeintos (ya saben, pongan el telediario, enciendan la radio, lean la prensa, salgan a la calle, observen las colas del INEM, vean a la gente saqueando los contenedores) y asesina por la espalda a una parte fundamental de la cultura. Quizá la más importante, la que nos hace criaturas que piensan y hacen que pensar no sea una actividad de riesgo. Querrán que lo sea. No sé. Son malos tiempos. A Marilyn y a Hegel les hubiese encantado encontrarse en la barra de un bar. Hubiesen discutido alegremente de lo divino y de lo humano. Seguro que Wert los hubiese abroncado. No es solo un síntoma de algo que ocurra ahora o que sospechemos que únicamente puede pasar ahora. Es que ya hemos visto demasiadas veces mandobles alojados en el costado de la criatura. La están zaheriendo sin pudor. Lo hacen en la creencia de estar salvándola. No es un volunto de un wert eventual. Ha habido muchos. Algunos han lastimado un órgano y otros, según las tornas, otro. En conjunto, sin adelantar quién asestó el golpe más terrible, la están derribando entre todos. Le daremos sepultura. Lo de menos, de verdad, es que sea cristiana. Humor. Humor inteligente, del bueno. Deberían programarlo.

4 comentarios:

Miguel Cobo dijo...

El humor, Wert, lo tiene muy mal repartido: El vítreo en el ojo izquierdo; y el acuoso, en el derecho.

Sergio DS dijo...

Lo único bueno que se puedo sacara de todo esto y siendo intencionadamente frívolo es... ¿en que bar dice usted que está Marilyn?.

Que no falte el humor nunca.
:)

Unknown dijo...

Gran entrada. Yo soy hijo de la LOGSE, gran criticada durante años, y creo que a partir de ahora un afortunado viendo la tal LOMSE. Hacen falta estímulos y regularidad(en Finlandia sigue vigente la misma ley desde hace unos 30 años), pero también es verdad que no puede culparse exclusivamente al sistema educativo de un país(en este caso, los sistemas) de la baja cultura predominante. Un poco de autocrítica no estaría mal de vez en cuando.

Un saludo, Emilio.

Konrad, aunque algunos hombrecillos me llaman Don Victor. dijo...

Querido y admirado Emilio:

No eres el primero, ni serás el último que dé su visión de esta ley, nos queda mucho aun por escribir, muchas tertulias arreglando el mundo cerveza en mano, como antes las hubo con las anteriores leyes, como sucederá con las futuras. Aunque pocos hablan con tu sarcasmo, tu verborrea y sobre todo, lo que es de agradecer en estos tiempos, tu objetividad.
Como bien dices este linchamiento continuo a la criatura provoca esto, no se respeta en las instituciones y por añadidura tampoco en la calle. Y la educación de un pais es algo muy serio, ojalá fuera esta la razón de la timidez del humor del señor Wert, eso indicaría que en algo le importa, pero más bien creo que se debe a que no está el horno para bollos, además sus resquicios de humor nunca han sido muy afortunados, así que, supongo que la chica guapa retrasada del pueblo le ha debido de dar un gran consejo.

Me entristece muchísimo donde hace especial hincapié ( poner pie en tierra de incas) esta Ley de Ordeno y Mando de la Conferencia Episcopal, y sobre todo lo que se sacrifica para ello, dejando las enseñanzas artísticas en un plano más allá del segundo. Todos estamos de acuerdo que la Lengua y las Matemáticas son importantes, pero más allá de su uso cotidiano, para que quiero años de estudio en Lengua si no hago teatro, si no tengo gusto para escribir poesías, si no compongo canciones, para qué tantos años de Matemáticas si no bailo al ritmo, si no mido mis cuadros y no combino bien los colores, si no esculpo volúmenes y tampoco sé valorar a los que lo hacen, para qué? para que si una mañana un amigo te dice “ Antonio dijo que Pepe no bajaría al bar esta tarde”. Tú le puedas contestar “ Gracias por esta oración compuesta subordinada sustantiva de complemento directo, me quedo más tranquilo.” O quizás es para que al pagar las copas le digas a tu amigo, “No me digas cuanto dinero tienes, mejor mete en cada bolsillo una cantidad y dime cuanto suma junto con lo que tengo yo, y a ver si con una ecuación saco las dos incógnitas”.

Insultante es también el tema de la religión, si, no hace daño a nadie, pero quita un tiempo precioso a otros ámbitos del saber, en mis años de docente he visto mucho tipos de maestros de religión, los que solo cantan, los que van con La Biblia debajo del brazo, y sobre todo (este género se da mucho en secundaria) los que solo ponen películas, pero no La Misión o a muy mal venir Marcelino Pan y VIno, sino pelis tan relacionadas con la religión como Los chicos del Coro o La vida es Bella ( al menos son buenas pelis) y otras malas tipo Como Dios,...
Esta variedad de docentes es normal dado que su manera de ingreso a la docencia es cuanto menos “peculiar” pero viven tranquilos ya que en la vida he visto un inspector preguntando por la programación de el/la de Religión, una lástima, ya que un niño recibe ( si se apunta) religión desde infantil de tres años hasta terminar la ESO lo que supone un total de 13 años dando religión, más las horas extraescolares en catecismo, confirmación, cursos prematrimoniales,... creo que ni la carrera de piano exige tanta dedicación, y para qué? al final resulta que eres un viandante más y no llegas ni a cura, con la de años que le has dedicado, que menos que salir obispo.

En fin, afortunadamente yo si conocí a tu mencionado Kierkeegaard que nos invitaba a dudar hasta de la fe, y por esa razón dudo que esta sea la Ley definitiva que nos ha de poner a todo de acuerdo en materia de educación.

Un abrazo compañero.

Amy

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