Poseo una idea de la muerte que me ha hecho pensar muy poco en ella. Al tiempo le incumbe mi estancia entre los vivos, aprecio esa certidumbre de que la vida es eterna mientras dura, pero me sacuden cada vez con más violencia los muertos cercanos, los que compartieron conmigo una terraza en un bar, los pasillos de una escuela o el verano cuando la vida iba en broma, ya saben, y todavía no había llegado el dolor fino de saber que se acaba. Hay gente de la que no sabemos nada y con la que no entablamos trato alguno que, cuando mueren, nos hacen daño de verdad por ahí adentro. No llora uno que se fueron. Tal cosa no es posible en absoluto. No tenemos recuerdos a los que aferrarnos y no hay ninguna posibilidad de que el afecto se cuele y nos enternezca. Lo que nos duele es descubrir que la muerte ronda cerca.
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2 comentarios:
Ese dolor puede ser que los muertos no murieron aún del todo.
Están ahí, pidiéndonos algo. Siempre están. Y no es tanto dolor, no crees? En fin, un saludo Julito..
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