Lo peor de los recortes es la sensación de robo que producen, el ultraje a una serie de principios largamente asentados en la sociedad, de los que nos valemos para diferenciarnos de las bestias o de los pueblos bárbaros del mundo. Igual esta crisis nos está barbarizando. Lo previsible es que nos hagamos al merme y le demos la razón a los sastres que hemos votado. El traje, a fuerza de restarle tela, está quedando en poca cosa, apenas cubre, no da la talla, cuesta entender qué nuevo uso debemos darle ahora. Dicen los que obran la rebaja que las situaciones extremas requieren medidas extremas. No poseo la información que ellos manejan, ignoro el roto de la caja y me queda grande el manejo de los números del Estado, pero alcanzo a entender las penurias con las que de un tiempo a esta parte convivimos. Las siento en carne propia; las contemplo, un poco turbado, otro poco perplejo, en la ajena.
De lo que se informa en cada comparecencia de los ministros de los cuerpos afectados (Sanidad, Educación, Servicios Sociales) es del tamaño del cáncer, de la metástasis invadiendo los hogares como una plaga biblica. No hay tregua en ninguna de esas intervenciones dramáticas. Una mala antecede a otra de daño mayor. Supongo que se va uno curtiendo en desastres, anulando el asombro, zafándose del dolor cuando lo ve venir en la idea de que el dolor, al compartirse, se desvanece, se convierte en otra cosa, pero no en dolor, no en esa sustancia infame que punza el cerebro y lo derrota. Vamos a mal, pero seguimos escarbando. Tenemos una idea exacta del alcance del daño, pero nos aferramos a la Champions League, al circo que nos venden, a las pastillitas de colores con las que amenizar la travesía de la derrota. Supongo que alguna vez regresará el bienestar robado. No sabemos con seguridad quién lo traerá. No creo que sea este gobierno ni otro y lo que creo es que estaremos muy tocados para apreciarlo. Insensibles, hechos a padecer, anestesiados contra todas las formas del mal posibles, impelidos (qué remedio) a vivir en una resignación continua, aceptando la herida en la confianza en que no se malogren del todo los órganos internos.
Y poco más que añadir a este volunto de jueves larguísimo en el que hubo disculpas borbónicas, endecasílabos con su cesura y autobuses volviendo a casa cargados de hijos cansados y felices. Disculpará el amable lector que no me arranque en virguerías argumentales. No tengo yo competencias si me sacan de mi jazz a la caída de la tarde y de mi cerveza con los amigos los viernes por la noche. Espero que esa rutina no mengüe en las alegrías que me da, no se arredre y se esconda, dejándome al descubierto, huérfano de mis vicios, en la intemperie, como el personaje de El Roto de la viñeta de arriba, con sus muñones antológicos y su verbo incendiario, con su cara de muerto premeditado y vacío. Wert, en la foto de más abajo, le da un aire a uno de esos cómicos de las malas películas españolas de los setenta. Le falta ir detrás de una sirvienta por los pasillos de la regia finca de sus ancestros. Tiene aquí una cara que me provoca un pánico terrible. A pesar de la descomposición y de la sonrisa. O incluso precisamente por eso.
Y poco más que añadir a este volunto de jueves larguísimo en el que hubo disculpas borbónicas, endecasílabos con su cesura y autobuses volviendo a casa cargados de hijos cansados y felices. Disculpará el amable lector que no me arranque en virguerías argumentales. No tengo yo competencias si me sacan de mi jazz a la caída de la tarde y de mi cerveza con los amigos los viernes por la noche. Espero que esa rutina no mengüe en las alegrías que me da, no se arredre y se esconda, dejándome al descubierto, huérfano de mis vicios, en la intemperie, como el personaje de El Roto de la viñeta de arriba, con sus muñones antológicos y su verbo incendiario, con su cara de muerto premeditado y vacío. Wert, en la foto de más abajo, le da un aire a uno de esos cómicos de las malas películas españolas de los setenta. Le falta ir detrás de una sirvienta por los pasillos de la regia finca de sus ancestros. Tiene aquí una cara que me provoca un pánico terrible. A pesar de la descomposición y de la sonrisa. O incluso precisamente por eso.
24 comentarios:
Lo peor de este desmontaje del llamado estado del bienestar es que lo que perdamos ahora no será de retorno. Los profesores no volveremos a nuestra jornada lectiva, ni volveremos a recuperar lo que se nos ha detraído del sueldo, ni volverán a bajar las tasas universitarias, ni se retrotraerá el copago, ni bajará el IVA o el IRPF, ni los recortes sanitarios o educativos serán enmendados, aunque la situación económica mejorara. Son líneas de las llamadas rojas que han sido traspasadas y ahora saben que no hay respuesta, que estamos inermes, que el pueblo tiene miedo y acepta cualquier cosa… Es toda una ingeniería social y económica que define el nuevo orden de las cosas. El Roto es un excelente intérprete de la realidad. Su humor desgarrado es el único lenitivo en la lectura del periódico.
No sé lo que es el estado del bienestar. Yo conozco la dignidad del ciudadano. Eso es lo que realmente está en juego. Que mis hijos tengan las mismas oportunidades que el resto de ciudadanos no es un capricho. O tal vez sí. Los pobres hemos sido siempre unos pretenciosos que aspiramos a dejar de serlo. Saludos
Ha llegado ya,mi querido amigo,lo peor que podía pasar:que nuestros hijos ya están viviendo peor que sus padres.¿El recorte? Es la manera de decir que ya estamos a las puertas de las peores pesadillas que la ciencia ficción de los cincuenta advertían.La salud.La educación.La vivienda,etc.Hace tiempo,mucho tiempo,que escribí un relato de ciencia ficción donde todo el mundo vivía ya en la calle y todos los edificios del mundo estaban cerrados y custodiados por una policía pagada por los millonarios.¿Absurdo,no? Y los enfermos pagando por cada día que pasa en una habitación de hospital.Los medicamentos solo para quienes puedan pagarlos.Y la educación;una enorme tribu planetaria en taparrabos con arco y carcaj flechas disputandose las pocas ratas que quedan.
Esto es serio,amigo.
Un fuerte abrazo.
Tengo claro lo que pienso y lo que pienso es que mis hijos van a vivir como vivieron sus abuelos, o poco menos. Tendrán wifi y mcdonald's, pero igual de jodidos.
Y ahora le toca a TVE, ya le tenían ganas y van a por ella. Le recortaron el presupuesto, bloquearon la renovación de sudirector y del consejo y ahora usa este argumento para acabar con la tv pública, no creen en la libertad de expresión ni en la independencia de los medips de co municación.
Te sale limpia la puya, pero està sucia, y viciada y oxidada, por dentro. Wert y sus huestes jodiendo con números la Cultura. Es que les da igual. Cuanto màs sepamos, peor para ellos. Un saludo y un agradecimiento.
¿De verdad piensan lo que han escrito o es sólo para empatizar entre ustedes?
Emilio, nos distinguimos de los animales por nuestra inteligencia, capacidad de adaptación, sociabilidad, pero no por tener ordenadores gratis, becas a multirepetidores, medicamentos a espuertas, médicos para todo el mundo mundial.... En definitiva, demuestran uds una enorme dependencia del capitalismo y la sociedad de consumo que tanto denostan.
Desmantelar el estado es admisible, señor Roldán? No sé si nos estamos equivocando, pero esto que hacen tiene un color difunto. No es solo ordenadires. Reduce ud. Una enormidad, reduciendo los argumentos. Un saludo, y disculpen que discrepe o que esté colérico con Rajoy y sus simpatizantes
Por supuesto que lo sè. Y usted, Rafael Roldan?
Y a cuenta del futuro, empeñado.
Rafael Roldán quiere decir que todos no somos iguales, que unos valen más que otros, que no toda la ciudadanía puede disfrutar de los derechos que disfrutan unos pocos, bien privilegiados. Se nota que los suyos lo están y que le importa poco lo que les pase a los demás. Mis hijos no pillan ordenadores (dónde pasa eso de que dan ordenadores) y me cuesta mucho llegar a fin de mes. No admito este tono tajante sobre el malestar que nos está asfixiando. Mejor no sigo.
Les voté,my me alegro de ello.
Toda la política es salvaje, esta más. Demos tiempo.
Lucas
Una vez más, amigo Emilio, my friend, andamos sinérgicos. Sin leer tu post, me salió hace media hora uno similar en voluntades, que no en prosa y estilo.
Bebamos por ello y que se joda quien no se una a la fiesta.
Existe vida detrás de las palabras. Es lo realmente importante.
Sinergia o no, discrepancia o adherencias, el asunto es que el color es el gris. Está la posibilidad de que el gris se alegre y torne a verde o a rojo, pero el que se enseñorea por aquí es el gris y de eso trata el escrito. De que la cosa está triste. De que, votados o no, en sus manos o en las de otros, en las de todos, el mundo está un poco tocado, sin tintes trágicos, pero preocupantes. No era posible que un escrito de este tema quedara sin respuestas. Las hay como para hacer otro post. El gris dando paso a qué? Salud, amigos. Que veamos el arcoiris.
Sinergia o no, discrepancia o adherencias, el asunto es que el color es el gris. Está la posibilidad de que el gris se alegre y torne a verde o a rojo, pero el que se enseñorea por aquí es el gris y de eso trata el escrito. De que la cosa está triste. De que, votados o no, en sus manos o en las de otros, en las de todos, el mundo está un poco tocado, sin tintes trágicos, pero preocupantes. No era posible que un escrito de este tema quedara sin respuestas. Las hay como para hacer otro post. El gris dando paso a qué? Salud, amigos. Que veamos el arcoiris.
Sinergia o no, discrepancia o adherencias, el asunto es que el color es el gris. Está la posibilidad de que el gris se alegre y torne a verde o a rojo, pero el que se enseñorea por aquí es el gris y de eso trata el escrito. De que la cosa está triste. De que, votados o no, en sus manos o en las de otros, en las de todos, el mundo está un poco tocado, sin tintes trágicos, pero preocupantes. No era posible que un escrito de este tema quedara sin respuestas. Las hay como para hacer otro post. El gris dando paso a qué? Salud, amigos. Que veamos el arcoiris.
Gracias y recuerda que tu me diste un buen empujoncito cuando yo estaba perdida en este mundo de los blogs, Gracias, primo, amigo y maestro .
Empujoncito, tú lo has dicho. Ya venías acelerada. El caso es que la cosa funciona, y más que bien !!!!
Vamos a ir por partes. La culpa del desastre no es del PP, que están enmendándolo. La culpa del desastre no es del PSOe, pero contribuyó a que no se solucionara a su debido tiempo. ¿Entonces? Que estamos en manos de los que los jodieron, y ellos van a ser los que lo enmienden. Me da que lo van a hacer. Saben cómo lo estropearon y saben cómo arreglarlo. Más les vale. El tiempo dará a cada cual lo suyo. Enhorabuena por el blog y por el estupendo (y elegantísimo) escrito.
Un saludo.
José Manuel Pineda
Entre todas las cosas terribles que un gobierno puede hacer a sus ciudadanos está el hecho de menoscabarles el futuro. Quitar en educación es eso, robarles el porvenir. Los maestros son la esencia de ese futuro. Conste que no lo soy, pero estimo lo que hacen, valoro lo que hacen, considero que no podemos andar quitándoles ni un gramo de prestigio. Ni en la calle ni en los parlamentos. Dinero para la escuela, dinero para el país, en el futuro, cuando esos alumnos accedan al gobierno y el país se mueva al ritmo que ellos marquen. Estoy indignada, me indigno a diario con estos maleantes que nos han tocado en suerte. En todo caso, patalear escribiendo es una buena forma de sentirse uno bien. Tú al menos. Un saludo con afecto.
Ya hubiese querido Kubrick la mueca de Wert para comandar a los drugos de "La naranja mecánica". Los recortes no volverán a estirarse. Al menos no lo harán a corto plazo ni lo veremos. Tal vez las generaciones que están por llegar, que no aprecierán los privilegios como nosotros no hemos sabido defender lo que nuestros padres lograron. Para un político todo se resume de un modo conciso: si en El Salvador viven con 3 dólares diarios, ¿de qué nos quejamos aquí? Aún queda tela que recortar...
Os dejo la morralla filosófica y me quedo con Wert y con el comentario de Álex, el último tertuliano, digamos: Wert es un drogo. Formidable resumen. Ya me voy contento cuando de verdad lo que estoy es, muy jodido.
Alberto Casado
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