"Un retrato fotográfico es también una imagen de alguien que sabe que se le está fotografiando, y cómo esa persona usa esa consciencia es tan importante como qué aspecto tiene o lo que lleva puesto. Está implicado en lo que está pasando y tiene incidencia en el resultado final"
Johnny Cash no disimula nada. Confirma el roto que lleva adentro. El matrimonio inestable entre Dios y las anfetaminas le impidió enseñar otra mirada. La suya es un desquicio. Avedon sabe que Cash no solo se implica en lo que está haciendo (ser fotografiado) sino que traspasa la mera transmisión de un gesto o de un sentimiento y percute el objetivo de la cámara, trasciende el sencillo proceso de la impresión cromática y ejecuta, a su manera, una pieza no excesivamente distinta a las que interpreta en el escenario, cuando proclama su lamento y exhibe sin pudor las heridas que le van dejando el amor y los caminos. Dios y el diablo estaban de su parte.
8 comentarios:
Nunca el personaje y la persona estuvieron tan próximos en una mirada. Saludos
Lo difícil es acertar con el instante que dura la mirada. En el cine vemos la secuencia, el plano corto, pero pasa fugaz; en la fotografía la imagen congelada permanece y queda plasmada como un retrato.
El más grande,sin ningún tipo de duda.No le hizo falta realizar ese viaje fantástico en el famoso cruce de caminos para apostar su alma.El diablo fue en su busca y Johnny le invitó a una copa.
Un abrazo,amigo.
Es que el estar perturbado, aunque todos lo estemos más o menos, hace que mires de otra manera. El trabajo del fotógrafo, del bueno, es extraer ese mirar huidizo, esquivo, o directamente hostil, como el de Cash, que mira como si quisiera quitarte de enmedio. Un post muy interesante, y una página muy interesante también.
"El momento decisivo", como lo definió Cartier-Bresson, es prácticamente imposible de captar. El pudor del fotógrafo, la escasa espontaneidad del modelo que sabe está siendo observado, lo tenso que resulta la situación de no darse el prodigio de la empatía. Con Cash era fácil. Nunca le importó mostrarle al mundo lo que realmente era. Duele ver sus retratos. Como ver a un animal enjaulado que siente rabia y no sabe el motivo.
Es que Cash está ahí sin que le importe nada de lo que ocurre alrededor, José Luis. Por eso es un prodigio la fotografia, aparte del mérito de Avedon.
Lo dices tú y también Alex, más abajo. El momento decisivo, el de Cartier-Bresson, Rafa. Un instante, fugaz, muy fugaz, para ser registrado. Quién se pone. Quién está ahí, alerta, pendiente hasta el desmayo óptico.
El retrato es un arte mayor dentro de la fotografía. No sé mucho, pero creo que es así.
El bluesman era más frágil. Él cantaba country, entre otras cosas. El american songbook no es casi nada sin él. El diablo, una vez que lo encontró, se vio a sí mismo. Dios también se veía en Cash. Era un genio atormentado, pero un genio que quería redimirse, Francisco.
Todos estamos perturabdos, es cierto, B. Palomo. Cash de una manera más consciente. El mirar huidizo que nombras es el momento decisivo que hemos citado. Todo cae en el mismo lugar.
Cash era un dios rudimentario, uno caprichoso, un diablo metido en un cuerpo que quería ser salvado. Y lo machacaba a gusto. Y cantaba el tormento. La fotografía, sigue pensando,es maravillosa. Un abrazo, amigo álex.
Contemplando esa mirada la mía se me ha roto.
Y la mía, copio a Isabel. Rota sin remedio. Qué mirada, qué locura hay dentro.
Ana
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