El discurso de Rubalcaba ha sido trending topic en Twitter. Si lees de corrido la oración anterior te percatas de que estamos en un mundo cada vez más extraño. Hay que estar muy metido en la tralla mediática para salir bien parado cuando en una frase te cuelan trending topic, twitter, microsite o link. De hecho no sabemos si fue un buen discurso o uno terrible el del candidato. Yo, al menos, carezco todavía de información con la que elaborar una opinión. De un discurso de este calado mediático sacamos a veces la brizna de lo digital, el humo de lo puramente cibernético. Será porque la realidad ya no está en la calle ni en las barras de los bares y si uno desea estar al tanto de cómo va su país debe dominar todas esas adquisiciones lingüísticas, la jerga con la que unos se distancian de los otros pareciendo en todo momento que todos estamos más interesada y festivamente juntos.
Lo de escuchar, hacer y explicar, lema de la campaña del candidato Rubalcaba, de pie hoy entre los suyos, moviendo arriba y abajo las manos, cerrando círculos en el aire al modo en que Joe Cocker cantaba With a little help from my friends en Woodstock, arengando a la tropa cómplice, vendiendo enciclopedias, libros de Bucay y conjuros de la tribu, está mejor si se aliña con la maquinaria de propaganda de moda, una que limita a 140 carácteres el texto de réplica, de adhesión o de repulsa, una que posee el regalo divino de llegar al tiempo que sale y de ser leído nada más acabar de redactarse. Una cosa buena, al menos, posee el twitter como instrumento radical de comunicación de masas y es su capacidad para crear una realidad paralela a la que se habla y de la que se puede esperar que construya una realidad alternativa o complementaria de la que es posible esperar la fundación de otra y así hasta que revienta la banda ancha. Véase para ilustrar el batiburrillo semántico que he montado la historia hartamente contada de las plazas árabes o de los acampados para percibir el miedo que la política le está teniendo al medio en sí mismo, no al contenido que tutela.
Al trending topic de la red se la ha llamado siempre la comidilla del barrio, the talk of the town, que dicen los ingleses. Si buscamos gente mayor, ajena a este guirigay de conceptos de la modernidad, y se les explica amena y pacientemente el modo en que funciona el twitter, por ejemplo, lo entenderán maravillosamente: es el antiguo cotilleo de barrio, el chisme del día, el que puede ocupar todas las conversaciones en la cola de la charcutería, pero se olvidan al día siguiente si el concurso de otro chisme nuevo supera al anterior. Piensa uno en el hit del verano, en la canción de los chiringuitos, la que no deja de sonar durante agosto y que después se desvanece como si no hubiese existido, en eso a lo que uno acude para empezar la conversación sin sospechar en qué pueda acabar. Suele pasar que luego no se sabe de qué cosa hablamos. Empieza uno hablando de Rubalcaba y termina recordando la mili que pasó en San Fernando.
Es lo que tienen los mítines, todas esas alocuciones públicas con vocación de aplauso, que luego hay quien se obliga a resumirlas en 140 caracteres y eso, ay qué pena más grande, precisa de una concisión narrativa que no todo el mundo posee. Nos gusta explayarnos, amontonar argumentos. Al propio Rubalcaba le ha pasado hoy algo parecido: ha dicho que en esta crucial ocasión prescindía del entusiasmo de antaño y se refugiaba en los argumentos. A ver qué hubiera pasado si lo hubiese tenido que resumir todo en tres líneas y publicarlo en su propio muro. Ya ven, yo no soy capaz de esa hazaña sintática. Me dan un folio en blanco o un editor en un programa informático y me tienen contento veinte minutos.
Es lo que tienen los mítines, todas esas alocuciones públicas con vocación de aplauso, que luego hay quien se obliga a resumirlas en 140 caracteres y eso, ay qué pena más grande, precisa de una concisión narrativa que no todo el mundo posee. Nos gusta explayarnos, amontonar argumentos. Al propio Rubalcaba le ha pasado hoy algo parecido: ha dicho que en esta crucial ocasión prescindía del entusiasmo de antaño y se refugiaba en los argumentos. A ver qué hubiera pasado si lo hubiese tenido que resumir todo en tres líneas y publicarlo en su propio muro. Ya ven, yo no soy capaz de esa hazaña sintática. Me dan un folio en blanco o un editor en un programa informático y me tienen contento veinte minutos.
3 comentarios:
Hoy ha sido un abuso el mundo de los periódicos con el sr. P. Rubalcaba como hombre del día como comentas, y la sensación que me ha quedado es la de estar asistiendo a un marketing gigantesco. Convencer a los militantes y convencer a los votantes, porque ni unos ni los otros están convencidos. Tarea dura. Dulce es el paseo de Rajoy, que no tiene que ser el hombre del día porque lo tiene todo más o menos resueltito y me parece que el esfuerzo, aunque sea mínimo, va a dar resultados. Esta España que tenemos tiene que cambiar. Lo haga P. Rubalcaba o Rajoy o el que manden, que a mí lo único que me interesa es tener mi sueldecito a final de mes y que mis hijos reciban una educación de calidad. Sí, ya sé que soy egoísta, pero me están obligando a mirar lo mío y a no tener en cuenta lo de los demás. ¿Qué acabo de escribir? Pues eso he escrito. Abur.
Luisa Méndez Hurtado
No ha cambiado nada, Emilio. Quizá Internet sea los nuevos mandamientos de Moisés, pero antes de ellos hubo otros. Cambia la tecnología, el medio, la herramienta, pero la mano que mece la cuna es siempre la misma, el ser humano.
Antes era el share, ahora los trending topics. Mañana vendrán los microthinks, o los implantes de opinión. Quién sabe. No nos engañe el canal, lo importante es descifrar -siempre lo ha sido- el mensaje que trae el mensajero.
Buenas noches, amigo. Estuve este fin de semana en Sesimbra (Portugal). Rojo como un amante novel acabé, pero feliz.
De nuevo identificado contigo. Cuanto más trending es el topic y más twitter es la comunicación más y más ajeno me siento del tiempo que me ha tocado vivir, donde ya se trabaja uno hasta su propia fugacidad, ser el centro de un apocopado chismorreo de patio cibernético de vecinos. Lo importante ya no es que se hable de uno aunque sea mal –que ya tenía su punto- sino ser objeto de una atención multitudinaria concentrada en un muy corto espacio de tiempo, independientemente de que sea para bien o mal o todo lo contrario. Un abrazo asombrado.
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