Hay una parte de mí que se resiste a ver películas nuevas. Las hay antiguas que combaten fieramente la posibilidad de incluir novedades en la dieta cinematográfica. Me lo dijo K.: prefieres ver otra vez a Fritz Lang antes que salir de casa, ver la cartelera y pisar el cine grande, el de las luces apagadas. Y es cierto a medias. Encuentro en lo disfrutado un placer asombroso, revisitado, convertido en algo íntimo a lo que acudir para certificar la felicidad antes de que se produzca. Se trata, en el fondo, de eso: de buscar una garantía, un confort espiritual que no poseemos cuando entramos en el cine y no sabemos nada de lo que nos van a contar. Gracias a Billy Wilder eso no sucede siempre. Cerraríamos excesivas puertas. Sucede a veces. Sucede en las ocasiones en las que uno se siente de pronto hospitalario consigo mismo y decide ir a lo seguro. No lleva razón K. con lo de Fritz Lang, pero hay momentos en los que es imposible no dársela. Anoche volvió a suceder. Salí de casa con el pen drive bien cargado y elegí la historia romántica que ilustra la entrada. Cómo no pensar en Álex, que me la ofreció en bandeja, y en Luisa, a quien se la recomendé en idéntico transporte. Si el amable lector no ha tenido el gusto, déselo. Hágalo en breve. Será la primera vez de unas cuantas. Dejemos a Fritz Lang para el invierno. El nefasto título volcado al castellano (Olvídate de mí) frente al rutilante inglés (El brillo eterno de la mente pura, he traducido yo) es el único obstáculo. El poema de Alexander Pope es el artífice del prodigio. Todo lo demás viene fluida y gozosamente.
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11 comentarios:
Qué bien suena eso de sentirse hospitalario con uno mismo.Veamos, veamos, cuándo fue la última vez que servidora hizo algo parecido... Pues no me acuerdo. Está una al servicio de los demás casi siempre. Oficio ingrato por cierto. Un saludo. Me apunto la peli y la busco. Ya sabes.
La añado al vademécum veraniego. Thanks.
Como Pedro, me la apunto. Ah y añado Lang. Cual? Espero respuesta, que anda ud. vago en responder en los ultimos posts, muchacho...
Pues tiene una pinta...me ha encantado el vídeo. Guardo la media recomendación.
Apunta el título, búscala, disfrútala, Rosa. En lo otro, no dejes de darte a ti el servicio que dices dar a los demás. Un abrazo.
No te defraudará. Una vez entras, no sales, Pedro. Buen verano, claro.
De Lang no sé qué decirte. Para empezar no estaría mal empezar por el principio, como quien dice. O casi el principio. Ve M, el vampiro de Düsseldorf. Luego me cuentas. Lo de vago en responder es cierto. Mea culpa. Rectifico en el aire y caigo de pie, Ana.
El video resume bien de lo que va la película, Alu. Los otros minutos, los que no están, te están esperando... Verás que soy un entusiasta.
Voy a ser la nota discordante. Es verdad que no es mala, que va a ser mala si la firma Kaufman, uno de mis guionistas favoritos, pero se pierde en la sensibilidad excesiva y en el caricato de Carrey. Lo siento por los defensores a ultranza de esta frikadita de ciencia-ficción romántica. La vi una vez en cine. Otra, en DVD, con mi novia de entonces. Igual es por eso por lo que no la trago, jeje. Tengo una espinita que se me ha clavado en el corazón, cantaba el ranchero. Buenas tardes, kaufmaneros todos.
Ah, apunto el blog para visitas futuras. Buena pinta.
Ya la pillé. Cosas del internet.
La película que me sigue haciendo sangrar cada vez que la veo...
Joya. Se me pone el corazón a ciento diez. Gracias.
Vamos a ver. Carrey no me gusta nunca, menos aquí, está soberbio. La Winslet es una actriz gigantesca. La peli es la suma de muchas cosas buenas. La recomiemdo. La adoro, Emilio... Un HALLAZGO.
Muy interesante reflexión! EL Resplandor eterno para mí es algo sagrado, siempre he preferido ver peliculas que hacen reflexionar, y esta me deja pensativa mucho tiempo después.
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