28.7.10

Una de Kurtz en vena


I
Este hombre es un dios, pero la deidad vive sola, piensa sola, se duele sola la debilidad de sus hijos. La felicidad consiste en la presencia de un intruso. El dios en su laberinto se explaya en el relato de la proeza de su reino. Le cuenta al intruso que la soledad hiere y, al modo en que la soledad humana lo hace, termina enloqueciendo a quien la sufre, aunque el herido sea un dios.
II
Estos días he releído a Conrad y me he prometido que en cuanto la tenga a mano, no será pronto, creo, me meto una dosis de Kurtz, una de Coppola, una de helicópteros ametrallando valkirias, una de Jim Morrison contando que se acerca el fin.

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8 comentarios:

The pursuit dijo...

Wagner, hippies, drogas, rock and roll, marching bands through the river, oh yeah, my friend, this is the right time, we believe in love, love is the answer, god is the answer, ok computer, let me entartain you, war is over, said lennon before being killed in a dirty street in the us

Emilio Calvo de Mora dijo...

Se te olvida el napalm.

Unknown dijo...

Cuidado con los charlies, que andan agazapados en la selva.

Ramón Besonías dijo...

Sólo Kurtz podía narrar el horror, alguien que lo ha vivido y propiciado. El horror desde dentro. El capitán Willard hace un viaje hacia ese descubrimiento aciago. Caminamos con él hacia la clarividente lectura de toda guerra: son irracionales y nada bueno dejan tras de sí.

Por otro lado, esta película muestra a veces el horror de la guerra como un espectáculo, una feria excesiva y caótica en la que hombres racionales se convierten en personajes tarantinianos, sombra de sí mismos. Nosotros mismos nos fascinamos con el espectáculo del nepal, arrasando tras de sí la selva y todo aquello que la contiene. No pensamos en el horror, sólo en ls fascinación que nos produce la destrucción y el exceso.

Es la doble cara del horror. Por un lado, la repelemos con asco e indignación. Por otro, abrimos los ojos ante su fáustica representación. Como afirmaba el sargento "bufón" en "La chaqueta metálica": "los seres humanos somos contradictorios".

Buen día, mon amie.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Los veo, los vigilo. Se agazapan mal, José Manuel. Buen verano, amigo.

El horror, ah el horror, Ramón, y el hombre se queda enfrentado a su vértigo, a la fascinación que ejerce. Las religiones funcionan en cierto modo así: crean un espectáculo hipnótico, metafórico, infernal, celestial, pecaminoso, virtuoso. El dios Kurtz hace un templo en la selva y como el capitán Nemo, otro dios menos estricto, gobierna un universo cercano, lo hace suyo, se alimenta de él y lo alimenta. Buena reflexión la tuya. Un abrazo, my friend.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Los veo, los vigilo. Se agazapan mal, José Manuel. Buen verano, amigo.

El horror, ah el horror, Ramón, y el hombre se queda enfrentado a su vértigo, a la fascinación que ejerce. Las religiones funcionan en cierto modo así: crean un espectáculo hipnótico, metafórico, infernal, celestial, pecaminoso, virtuoso. El dios Kurtz hace un templo en la selva y como el capitán Nemo, otro dios menos estricto, gobierna un universo cercano, lo hace suyo, se alimenta de él y lo alimenta. Buena reflexión la tuya. Un abrazo, my friend.

Joselu dijo...

Hace mucho que no leo a Conrad. Lo leía en mi juventud: recuerdo La línea de la sombra, Juventud, Lord Jim, El corazón de las tinieblas a que haces referencia... No sé por qué pero en esa lejana Ibiza de mis veinte años guardo un recuerdo extraordinario de Bioy Casares y de Conrad... Me gusta esa propensión a hablar de umbrales: el de la sombra, el del horror, adentrándose en territorios inexplorados... Todo lo que he leído de Conrad continúa siendo totalmente nuevo, su narrativa está inserta en un mundo audaz y novedoso que sigue deslumbrando por su oscuridad, por su capacidad interpretativa. Algún día volveré a ese autor eternamente joven que es Joseph Conrad. Y me gusta más la novela que la película de Coppola, aunque nuestro viaje al horror no deja de estar bien recreado. Por ese viaje al horror.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Pues esto de escribir y de recibir comentarios me ha hecho de pronto tener unas ganas locas de volver a leer La invención de Morel, que está en casa, pero que caerá mañana (sin duda) aquí en donde estoy para leerlo en estos días. Conrad son palabras mayores. He leído tres veces El corazón de las tinieblas y visto unas pocas Apocalypse, no sé cuántas. Es mejor el libro, pero la película lo explota, a su manera, excelentemente, buscándole un giro que a Conrad no se le pudo ocurrir. Se complementan a la perfección.

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...