30.5.10

Hopper en Harley por el abismo...

Esta fotografía está tomada antes de ser Frank Booth, ese tipo con un inhalador que lleva el odio en los ojos. Hablo de un odio puro, uno al que sól0 pueden dar réplica en una pantalla gente a la que la vida ha zarandeado lo suficiente. Lynch, otro perturbado, otro investigador del abismo, lo reclutó al percatarse del sesgo ido.
A Dennis Hopper la vida lo curtió al modo en que se curten quienes merodean el abismo, lo miran desde arriba y terminan cayendo. La caída de la que hoy hablo todos los medios de comunicación no ha sido la más difícil para este hombre ejemplar en materia de abismos. Es una disciplina dura a la que no se accede sin que exista una vocación. Luego está el trabajo, la aplicación en el oficio. En esa forma de vivir, amigo de pendencias tóxicas, murió. Hoy es todo ese montón de personajes que hizo, pero también la persona, la disidencia del Hollywood al que casi nunca se plegó.

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2 comentarios:

Ramón Besonías dijo...

No muere un hombre, muere un icono de los sesenta. Es difícil entender que detrás del personaje había un ser vivo. Hopper representa para una generación la confirmación de que sus convicciones siguen vivas.

A mí, Hopper me pilla ya lejos, trasmutado en el malo de la peli o en poster motero. Aunque claro que recuerdo sus interpretaciones. Las clásicas (Rebelde sin causa, El amigo americano, Apocalypse Now) y las posteriores, como Terciopelo azul. Después, todo es irrelevante. Se centró en ser el secundario de renombre. A fin de cuentas, es lo que le quedó a los sesenta: ser un mero cartel publicitario, sombra de lo que quiso y no pudo ser.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Mi edad, como la tuya, no permite que ahondemos en Easy Rider. Mi primer Hopper fue el Frank Booth de Blue velvet. Antes estaba el fotógrafo de Apocalypse Now. Luego una riada infame de pelis de serie B y hasta una actuación cuasiestelar en una temporada de 24. Bauer lo ponía en un cuartucho y lo fulminaba. Cosas del star system. Murió hecho metáfora.

Comparecencia de la gracia

  Por mero ejercicio inútil tañe el aire el don de la sombra, cincela un eco en el tumulto de la sangre. Crees no dar con qué talar el aire ...