Hoy pondré Suzanne y escucharé la letanía evocadora de Leonard Cohen, su susurro familiar, su invitación a vivir por encima de todos los obstáculos. Hoy ha muerto Leonard Cohen, pero escuchando Suzanne no parece que morir sea una circunstancia que impida que continúe cantando. Quizá a estas horas de la mañana sepa ya si Jesús caminó por las aguas. En el fondo le importó poco si lo hizo o no. Lo que le fascinaba era hacer que otros pensaran en si pudo o fue disuadido. Es una forma triste de empezar la mañana, sin embargo. No por contada, por avisada con antelación, su muerte duele menos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El vicio de mirar
Uno mira a escondidas sin que el rubor lo delate, escoge el momento, templa los nervios o los aparta y se yergue, un poco nervioso y...
-
A elegir, si hubiera que tomar uno, mi color sería el rojo, no habría manera de explicar por qué se descartó el azul o el negro o el r...
-
Almodóvar c arece de pudor. Hitchcock tampoco era amigo de la contención. Cronemberg ignora la mesura y se arriesga continuamen...
-
E n ocasiones, cuando se ponía sentimental, mi padre me concedía una parte suya que no era la acostumbrada. Abría el corazón, mostrab...
3 comentarios:
Nos vamos quedando sin poetas en el manicomio. Un abrazo
Te queda la satisfacción de que puedes poner un disco cuando te apetezca. Es cierto que no mueren nunca los héroes ni los poetas.
Suzanne fue la primera, por eso también para mí es la más especial. En cierta ocasión dijo que escribir es como enfrentarse a las cenizas de algo que ha ardido. Escribir sobre él hoy es hacerlo sobre algo que tal vez serán cenizas, pero que sin duda tendrán sentido.
Publicar un comentario