El esfuerzo de pensar murió un poco a final del año pasado cuando los tiburones de las compañías se zamparon una pieza pequeña y poco rentable llamada CNN+. La engulleron sin pudor a sabiendas del agujero que iban a dejar en la fauna de un mar proceloso y a veces cainita llamado periodismo. El periodismo televisivo se llama también La Noria. Lo emite el tiburón que se ha zampado al pez y exhibe la distracción zafia de unos cuantos contertulios que se visten de serios y de entendidos y se limitan únicamente a ofrecer banalidad, carnaza visual, toda esa subcultura del esparcimiento que es, a lo que que parece, la que la sociedad requiere y la que santifica los estudios generales de medios. Burda, tosca, la televisión ha representado con absoluto desparpajo algo que sucede a diario en la calle: gana la diversión, pierde la instrucción. Y no es que uno deba sustituir al otro: basta con que convivan y haya en el espacio público (la televisión en cuestión) zonas en donde ambos alimenten a quien quiera hocicar en ellos. A mí en particular me ha dolido que la CNN ya no exista. No porque pasara horas delante de su bucle infinito: lo que verdaderamente lamento es la defunción de las tribunas. Que los oradores (esperemos que no sean charlatanes de feria, embaucadores, agresivos tahúres de barcaza) pierdan la batalla contra los bufones.
La sensibilidad queda un poco herida. Asuntos como este dan cuartel al morbo, alientan la mediocridad, reflejan el sesgo cínico de un mundo irremediablemente abocado a trivializarse sin freno. Una vez que hayamos instaurado del todo el imperio de lo trivial no hay vuelta atrás. No sabremos entender los mensajes elaborados, querremos pan y circo a tutiplén, exigiremos de nuestros gobernantes raciones masivas de cultura de bajo calado. La otra, la cultura de la razón, la del titánico esfuerzo por crear un mundo de ciudadanos libres, capaces, difícilmente manipulables, habrá muerto. Las escuelas no podrán combatir este veneno dulcísimo y gastarán el entusiasmo de los docentes en agotadoras jornadas pedagógicas que tendrán casi un único punto: la creación de una inquietud, la de pensar en libertad, la de buscar la distracción sin renunciar a la reflexión. ¿Para qué queremos ciudadanos reflexivos? Posiblemente para hacer de este mundo un lugar más feliz. Lo que ahora nos venden como bienestar, es decir, ese tropel de canales en la TDT y el universo inagotable de las redes sociales y de la web 2.0, no es nada más que relleno mediático. Hay tanto que no hay matices en lo que se ofrece.
Después de la muerte navideña de la CNN vendrán otras. No se trata de que la televisión llene de sesudos programas de debate en los que intelectuales muy amenos sean contratados para educar al vulgo. Tampoco de renunciar a una cuota razonable de mediocridad o de trivialidad. En lo trivial, en la expresión sencilla de lo más acendradamente popular, también hay dignidad y se puede hacer televisión popular sin caer en la vulgaridad y el impudor. Se trata de que no primen los otros, los banales, los huecos, los que no duran después en la memoria ni forman a quienes los ven. Eso de la formación intelectual no depende sólo de la familia (ay la familia) ni por supuesto de la escuela. Forman los medios. Se desatienden los problemas porque no poseemos el bagaje intelectual para discutirlos o se atienden mal porque hay asuntos que nos exceden y a los que no sabemos poner la semántica precisa, la que explique lo que pensamos y no lo que hemos escuchado en un debate y de pronto parece que es nuestro, que lo hemos pensado y verbalizado nosotros mismos. Así andamos. Confiando en que la televisión eduque y dando al futuro una población alfabetizada, pero carente de perspectiva, interesadamente arrojada a una vía estrecha, muy iluminada, ricamente adornada con golosinas visuales y hueca al final. De una oquedad peligrosa. Y puede que hasta los barómetros ésos de audiencia les den la razón a los tiburones y GH24, el subproducto destinado a cubrir el dial de la CNN, sea rentable. No lo dudo.
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13 comentarios:
Quizás, Emilio, la oquedad es lo que mejor define a esta época, pero no sé. Creo que a fuerza de química yo también me voy adormeciendo en esta oquedad insustancial. Cuando veo a mis hijas encandiladas con ese subproducto para generar imbéciles que es Canal Disney me rebelo, pero poco a poco me voy insensibilizando y dando la batalla por perdida. El espíritu reclama núcleos que revelen también su vacío, pero no es lo mismo vacío que oquedad. Esta se manifiesta con formas agolosinadas para adoctrinarnos en la banalidad. El vacío es una percepción del ser. Pero me temo que el ser, el espíritu, la densidad no forman parte de la cultura dominante. Que GH24h haya sustituido a CNN+ es ominoso, pero es más acorde con lo que somos, con el mundo que estamos creando que ha de ser así necesariamente. Si nos pusiéramos a pensar seriamente, nos echaríamos a temblar. Más vale ser imbéciles, igual que el deterioro cognitivo es un lenitivo en la vejez para aceptar lo que es abominable. Me alegro de que el corto que enlazaste haya generado estos comentarios que aprecian su calidad. Quizás no esté todo perdido. Soy pesimista. Pero...
La cultura entendida no como retablo lúdico para las masas, sino como sustento y placer, ampliación de horizontes vitales o demanda de justicia, siempre será un bastión asediado y un milagro su pervivencia mediática.
CNN+ era uno de esos canales que uno echará de menos. No cabe solo la nostalgia, también nuestra indignación al contemplar cómo el mundo será más oscuro sin huecos como el que deja CNN+. Otros vendrán, espero.
vivo en Francia, pero he tenido la suerte (o la desgracia) de estar en España cuando CNN+ cerraba las puertas.
Digo suerte porque siento haber sido participe de esos últimos minutos, de ese canal que siempre miraba en momentos muertos antes que echarme bajo la carnaza de cultura barata.
Me temo que este cierre es una de las tantas cosas malas que están pasando estos años, otra mala noticia que solo conlleva a pensar que el ser humano está pervertido y no merece seguir existiendo.
saludos
La defenestración de CNN+ y su conversión en GH 24 horas es la gran metáfora de este ya no tan nuevo siglo. Nos hemos quitado las máscaras y hemos mostrados lo que llevamos dentro y lo que deseamos ver. En el 68 se reclamaba que la imaginación alcanzase el poder. Cuarenta años más tarde la arrinconamos o la escondemos bajo una sábana como si se tratase de un mueble ajado.
La tertulia política de La Noria es para mí imprescindible. El mejor programa de humor semanal de este país. Dogmáticos como sectarios. La subida a los altares de un nuevo periodismo que consiste en esperar, que no escuchar, a que acabe de hablar el que se sienta frente a mí para largar mi discurso fariseo. Claro que casi nunca ocurre, que pisarse el turno de palabra y gritar es el nuevo evangelio. Todo un signo de los tiempos el que los mejores programas cómicos sean las tertulias políticas.
Asco y miedo in Spain.
No me cabe duda alguna: estamos criando gilipollas y encima lo pagamos con nuestros impuestos. Me pregunto todas esas cosas sobre la televisión no a diario, pero casi y nunca encuentro respuestas. Hoy he leido las mismas preguntas, infinitamente mejor formuladas, pero tampoco hallo respuestas, _Estamos perdidos, Emilio.
Un saludo.
Siempre me ha gustado ver la tele, pero desde la proliferación de canales temáticos,muchos de ellos insufribles, me fui apartando de ella. La excepción era CNN+ y ahora ya no está, el tiburón grande del principal canal de telebasura ha conseguido acabar con él y ya no es lo mismo, por lo demás, las tertulias televisivas sobre política pero sobre todo de actualidad han dejado de tener interés pues o son sectarias, insultonas y hasta de mal gusto, o implemente no dicen y para eso mejor ver alguna serie o película que al menos entretienen, menos málque todavía nos queda algo decente en la radio y en alguna prensa escrita.
Bien claro: Pan y circo, pan y circo, pan y circo.
Es justamento eso, el signo de los tiempos, la gran metáfora del vértigo en el que andamos, la fiebre consumista (y vacía) convertida en brújula. Todo se plega a la vil pasta. Ni siquiera se salvan los que informan del caos. Es cierto que lo baladí, lo superfluo, lo vacuo, tiene su lugar y conviene de cuando en cuando cerrarse, convertirse en espectador, en insensible. Son mecanismos de defensa. Qué podemos hacer contra esto? Nada. Ir al velatorio, amigos. Yendo estamos.
Se me hace muy cuesta arriba ir haciendo zapping y tparme con esa infamia llamada Gran hermano, y pensar en ese instante que antes, en ese punto, estaba un canal de información. Da igual que sea la cnn o la cpd, el caso es que sea trabajadores de la información, y hace falta estar informado, en estos tiempos de cataclismos en forma de berlusconis y compañía.
Telecinco es la bestia. Tenemos que combatirla. Yo he decidido no volvera ponerla jamás. Cumpliré mi palabra.
Alberto Verdasco Uriel
Quiero pensar que se darán cuenta del error y que volverá CNN en algún otro sitio de la TDT, que por cierto me aburre soberanamante. Quiero pensarlo, pero me pongo a mover los canales (debería arrojarlos a la basura) y de pronto veo 10, un canal de iglesia. Que no puede haber canales de iglesia? Sí, por supuesto. Pero no sé, estoy hoy muy radical, me huele a chamusquina eso de un canal de la iglesia, no crees?. Por otro lado está Intereconomía, que no es de iglesia pero están ahí a piñón fijo con el Rouco y sus gorilas. Están los canales de telebasura y está 24 horas, que por lo menos da un repaso a todo, aunque se repite más que el chorizo de mi pueblo. En ese plan estoy o estamos. Me pongo mi tele y enciendo el DVD y pongo una peliculita de los años 40 en blanco y negro. Entonces me da igual la CNN y la madre que parió a telecinco. Es verdad que no voy a volver a ponerlo en mi vida y en mi casa regañaré si alguno (hay muchos, no tengo solución) se atreve a ponerlo. Saludos, compañero de fatiguitas. Y enhorabuena, cojonudo cojonudo el blog. Lo pongo en favoritos y se lo cuento a la gente para que vea cómo se debe escribir.
Un saludo.
Soy yo otra vez, Asunción Bareas. Te comento. Anoche y gracias a tu blog hablé de todo esto con unos amigos en un bar, sin fumar, claro, y llegamos a concluciones terribles que nos pusieron a todos en plan derrotados total. Mi pregunta es si no hay solución y un amigo, Juan, me comentó que sí la hay. La soluciçón está en los libros. Tachán. Joder, a tomar viento la TDT. Me parece que podemos renunciar a las imágenes. Nos quedamos con la pantalla y ahí ponemos nuestras cosas. Un saludo.
No vi las imágenes en directo. Una vez vistas uno toma conciencia de haber asistido a un acontecimiento que va de lo triste a lo patético, pasando a ser bochornoso y acabando, por fin, en algo cómico.
Lo de la irrupción del logo de Gran Hermano 24 horas es genial, digno del más oscuro Orwell. La realidad supera a la ficción, y no siempre como les gusta interpretar a los autoproclamados defensores de la libertad y la justicia. Las palabras que éstos dijeron, referidas al cierre de CNN+, no pudieron ser más leves e insignificantes. Está claro que dejan su indignación para cometidos más valorados por el amo.
Lugar inquieto este blog. Me gusta.
Un saludo.
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