Al cine de terror le cargan siempre la responsabilidad de hurgar en las vanguardias. No sé si un género del todo menor al modo en que lo es la comedia a la hora de recibir premios, pero suele venir precedido de un entusiasmo mediático excesivo que, en ocasiones, responde a las expectativas creadas aunque suele diluírse en verborrea de marquesina lujosa, en el puro deseo de hacer lícita caja y llenar salas con adolescentes sin recorrido cultural y absortos en la travesía del miedo. Dicen los que saben, a lo que yo he leído, que el miedo es la emoción más humana. Incluso por encima del afecto o del ya más sublime y poético amor. En esas cuentas, en ese ejercicio de dar siempre al público lo que quiere, los que mandan en el cine, los que ponen el dinero, se ponen como locos cuando un novato, un rookie sin miedo al descalabro, les pone sobre la mesa un presupuesto corto, un casting anónimo y la confianza ciega en el vértigo viral de las redes sociales. El antiguo boca a boca, en estos tiempos de alfabetización digital, se llama Facebook o Tuenti o cosas así. Como Monstruoso, aunque sin su vistosa tarjeta de visita, Actividad paranormal se beneficia de una descomunal maquinaria de propaganda puesta al servicio de un endeble dispositivo literario francamente beneficiado de los nuevos lenguajes de los mass-media. Lo que ofrece Oren Peli, el orfebre de esta especie de docudrama con espasmos, es un cóctel que matrimonia con sorprendente eficacia los mecanismos del miedo ancestral cobijado en lo más profundo del corazón humano y el inevitable morbo de creernos una especie de voyeurs distinguidos con una mirilla ampulosa desde la que vemos el día a día de la pareja protagonista, omitiendo cualquier referencia física al ente que los atormenta o eludiendo excesivos golpes de efecto, borrando de cuajo truculencias, involucrándonos en un sencillo, a veces exasperante, relato. Casera hasta el desmayo, no engaña a nadie: la empatía que sentimos hacia las víctimas del terror no descansa hasta su abrupto final. El mérito, tal vez el único, es ése: despertarnos la curiosidad, chuparnos la película en absoluta entrega, preguntarnos si en verdad no haría falta un extra de mimo en los planos, un punto profesional que, vista la recaudación a nivel mundial, se ve que huelga. Y puestos a decir si la experiencia ha valido o no la pena habiendo tanto cine que ver y escaseando el tiempo como escasea, pues digamos que no. Que no merece que ninguna crítica, por estricta que sea, se cebe en ella, aunque tampoco se vea lógica alguna en los halagos oídos, en esa retahíla ya cansina de frases rimbombantes con las que engolosinan nuestro alma concupiscente (ávida de miedos, cómplice de sobresaltos) terminando por acudir a la sala y contemplar (ay) el experimento.
.
4 comentarios:
No la he visto ni creo que la vaya a ver. Me parece que ya tuve bastante con ir al cine y ver "Las brujas de Blair", que me pareció una tomadura de pelo. Me aburrí y creo que me aburriré con esta. He leido ya algunas cosas y confirmo lo escrito. De todas maneras bien siempre que haya alguien que las vea, que tenga credito en esto de escribir sobre cine, como en esta página, y nos cuente lo que ya sabíamos... Vi no obstante ayer Celda 211. Qué alegría que el cine español haya llegado ahí. No es españolo americano o francés. Es cine del bueno. Eso sí que es cine.
No me gustan las películas de terror, quizá no me importe un poquito de miedo pero no de ése que te tiene con el alma en vilo y acabas agotada. No creo que la vea pero me viene muy bien tu crítica.
Estoy deseando que nos muestres tu opinión sobre "El baile de la Victoria" de Trueba. Yo la vi en el pase para la Academia y tengo mi opinión pero me gustaría saber si coincide con la tuya.
Besis, cinéfilo.
No pierdes nada. Igual tampoco ganas. Un término medio difuso, Pedro. Celda 211 no ha caído todavía pero merece atención a lo visto y oído.
Me encanta el cine de terror, el de miedo. El western. La comedia. El melodrama. El thriller. El negro. El blanco. El amarillo. El de tiros. El de besos. El de azucenas. El de hojas de hierba. El de espías. El de gente que se desenamora. El de los que se pierden en sus vicios. Tiene una condición toda esta alegre rendición, esta declaración de principios: que tenga eso que dices: alma, alma, alma, corazón y vida como decía María Dolores Pradera. Está en mi cine de mi pueblo El baile de la Victoria, y la veré este fin de semana. Este, no. El siguiente. Me voy a Madrid, síiiii. A ver las luces de Navidad y a recorrer sus calles en plan family. Ya te contaré. Un beso grande.
Yo ya estuve este sábado recorriendo los paisajes navideños, sobre todo el mercadillo de la Pl. Mayor, que no me lo pierdo ni un sólo año porque me encantan los belenes, las figuritas, las casitas, los animalitos... JAJAJA:
Vamos, como una auténtica niña.
Espero que disfrutéis como lo hago yo.
Yo estaré en Barcelona este puente viendo a mis sobrinos y sobrinos nietos para seguir comportándome como una niña :)
Besos grandes
Publicar un comentario