
Esto de la Alianza del mal es un Harry Potter pasado de vueltas: un batiburrillo de tópicos
Esto de la Alianza del mal es un Harry Potter pasado de vueltas: un batiburrillo de tópicos













anto más lento, más imperecedero.
ue yo haya visto la dificultad del ser humano para manifestar el amor, para dejarlo fluir y no controlar los efectos de su fuga. Cesc Gay es el director retratado en el film: un Eduard Fernández inconmensurable, convertido ahora, no tengo duda, en un actor de fundamentos solídisimos, capaz de levantar, por sí, una película en este cine español nuestro, tan necesitado de aditamentos, de añadidos superfluos. Es la historia de un hombre que huye de la ciudad y se refugia en la casa de campo de un amigo. 






ceremonia de la inconsciencia y he perdido hora y pico de mi vida para comprobar, quizá sea ésta la última vez, hasta qué punto puede degradarse el ser humano en aras del reclamo comercial. Admito que el salvajismo de los sketches tiene su punto de hilaridad: me recuerdan los videos aquéllos de primera, o como se llamasen, que amenizaban las cenas familiares y que se nutrían de bebés descerebrados ( por partirse la crisma, no por tener poca inteligencia, vamos ) y de mozalbetes con acné que eran grabados mientras se partían algún miembro reemplazable a beneficio de la risotada comunitaria. Jackass es una fórmula de éxito de la MTV que probablemente tenga su hueco en audiencias aceleradas, burguesas del cable, ávidas de sensaciones fuertes ya que sus vidas son lo suficientemente grises y planas, tan carentes de emoción, que precisan de este aditamento artificial para que su adrenalina no se muera en su recámara orgánica y sientan, entre trompazo y asquerosidad ajena, un plus de aventura, una excursión ( en sillón, con el mando a distancia en la mano y la pantalla lcd full 1080 a todo pixel ) a la escatología, es decir, a la mierda pontificada como expresión artística. 








an parido un entretenimiento de masas con pedigree de arte y ensayo que no entra por los ojos y que se escapa ( es mi caso, a ver, voy perdiendo con los años entereza mental y no aguanto tres chorradas seguidas ) por algún hueco cerebral que no tengamos bien cerrado.




addenda a 27 de febrero: Ya tiene Martin Scorsese su óscar a mejor director. Y además es la mejor película del año, a juicio de los académicos. Todos estan aliviados en Hollywood. La dedua está saldada. Todos respiran. Lástima que Hitchcock muriera sin ver cómo el Kodak Theatre, pongo por caso, se pone bravamente en pie y aplaude hasta sudar las manos. Han olvidado los flecos morales que suscitó que el remake oliese, en exceso, a copia del original hongkonés. No importa. Le han perdonado y elevado al altar de las estrellas, pero él ya estaba.

co se han esmerado en exceso en adecuar la época ( siglo XIX ) con la historia que se nos cuenta. Previsible en exceso, regala una cámara nerviosa que barre la pantalla y pone de los nervios al paciente espectador que en ningún momento se ha visto verdaderamente empujado a mostrar un mínimo interés. Por momentos a mí me pareció un estrenos tv con un presupuesto holgado y dos actores de postín ( Sissy Spacek y Donald Sutherland ), pero ninguno da a la historia sustento dramático porque los guionistas han disfrutado más en concatenar escenas de impacto que, en muchos casos, nos resultan demasiado familiares, en lugar de hilvanar con amenidad el episodio de espíritus yendo y viniendo como les place por las escaleras decimonónicas.
Tobe Hopper es más truculento, pero conoce mejor el tema. Hasta un mandado como es Sidney J. Furie hizo una más que apreciable El ente, que viene a decirnos más o menos lo mismo, pero sin ambientación. Es que estamos ya hartos de encantamientos americanos, que parece que fuera de Tennessee, Nebraska, Nevada o Wichita Falls no hay Poltergeist ni endemoniados. Es lo que les pasa por tener una Historia tan cortita: que tienen que tirar de anecdotario y convertir en episodio nacional lo que fuera de sus fronteras es una chorrada absoluta.
Esperamos, ansiosos, a Clint Eastwood y sus Banderas de nuestros padres. Esa Historia, al menos, es más contundente: nos afecta más a todos. Yo ya no quiero más fantasmadas.


e sin dobleces, que va al grano y, en ocasiones, lo revienta a base de pisotones torpes.
Fotografía / Inge Schuster De quien nada sabe se puede esperar el milagro de la clarividencia absoluta. El que ve un color puro y cree habe...