Muy
confidencialmente contado y reduciendo muchísimo el asunto, podría
decirse que soy uno de esos tipos que odian el sudor. No de una manera
ligera y de chanza, como quien se pone un poco colérico si una mosca se
le pone en el brazo o si el autobús pasa justo cuando llega a la parada.
Mi relación con el sudor siempre tuvo un grado de dramatismo absoluto.
Por preservarme, suelo rebajar al mínimo mis actividades físicas en
época de verano. Son los días en los que no salgo de casa. Mi split y yo
nos entendemos mejor que muchas parejas longevas, de las que saben lo
que piensan con solo mirarse. Debo decir que no he tenido un solo split.
De hecho tengo uno por habitación, incluyendo pasillos, cocina y
cuartos de baño, y que estoy al tanto de las novedades del mercado por
si alguno gestiona el frío de una manera más eficiente. Cuando me agobio
en demasía, cosa que sucede con alguna insólita frecuencia, me hago
unos largos en la piscina de la casa.
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2 comentarios:
Me he trasladado a barra libre para terminar de leer el relato, me ha sorprendido gratamente y lo he disfrutado de veras. Algo me ha hecho recordar a Bartleby el escribiente, aunque el protagonista de tu historia lleva sus manías aún más allá. Un placer leerte. Un saludo.
No lo publiqué entero. La parte II se quedó en el editor. Sírvete entrar otra vez en la Barra y acabarlo, por favor, María José. Ahora está ya todo en su sitio. El sitio que sea, pero el suyo.
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